NUEVA YORK, nov (IPS) - Entre las causas que explican los conflictos internacionales suele mencionarse la religión, pero hay quienes descreen de esa idea, a la que consideran fomentado por la prensa.
El primer ministro malasio Abdullah Ahmad Badawi  rebatió ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)  el argumento de que la religión fuera responsable de las disputas entre  naciones. 
Desde una perspectiva política, sostuvo, la principal causa de  los conflictos entre los países islámicos y los occidentales "es el repetido uso  de la fuerza de los poderosos contra los débiles para garantizar objetivos  estratégicos o territoriales". 
Otro argumento para comprender las  actuales tensiones religiosas y culturales es la "insensibilidad" de la prensa y  de la industria cinematográfica frente a los valores religiosos y culturales  cuando se trata de informar y documentar hechos, según el director ejecutivo de  Centro de Mediación Interconfesional en Nigeria, Muhammad Nurayn Ashafa.  
En una reunión sobre comprensión intercultural e interreligiosa en el  marco de la Asamblea General, Nurayn citó a un rabino según el cual "la religión  es como una llama" que "puede utilizarse para templar un hogar o para prenderle  fuego". 
La ONU, cuya Alianza de las Civilizaciones se propone mejorar la  comprensión religiosa y cultural entre naciones y pueblos, admite que "el  impacto actual de la prensa en nuestra percepción de los otros alcanzó un nivel  sin precedentes". 
El derecho a la libertad de opinión y de expresión  conlleva responsabilidades. 
"La prensa debe tratar por todos los medios  de difundir una visión equilibrada de todas las culturas mediante el abordaje de  estereotipos y prejuicios y promover la tolerancia y la comprensión mutua",  señala uno de los documentos guía de Diálogo de Civilizaciones. 
¿Y lo  hace? 
La prensa fue blanco de ataques por considerársela responsable,  con o sin intención, de instigar o provocar tensiones religiosas o étnicas en  zonas de conflicto o de emitir juicios tendenciosos. 
Cuando el atentado  en la ciudad de Oklahoma, en el meridional estado estadounidense de mismo  nombre, en abril de 1995, mucho antes del ataque contra Nueva York y Washington  de septiembre de 2001, los primeros informes de prensa atribuyeron el hecho a  "organizaciones terroristas de Medio Oriente". 
Sin embargo, la bomba fue  colocada por un veterano estadounidense de la Guerra del Golfo (1990-1991). Su  acción dejó 168 muertos y cientos de heridos. 
Quizá la carrera por la  primicia los lleva a apresurar un juicio, sostuvo un analista de Medio Oriente  que reside en Nueva York. 
Tras un atentado cometido hace un par de años  en Europa, un artículo al respecto señalaba: "Una voz entrecortada en inglés,  con acento árabe, se adjudicó la responsabilidad del atentado." 
Otro  informe acerca de una amenaza de bomba señalaba: "Un hombre llamó a la base  aérea de Estados Unidos en Alemania y profirió una advertencia. Hablaba alemán,  posiblemente con acento ruso o turco." 
Esas afirmaciones, en su mayoría  equivocadas, pueden haber creado daños irreparables a comunidades étnicas o  religiosas o desatado reacciones violentas, indicó el analista. 
"Los  fundamentalismos extremadamente polarizados, que pueden llamarse islámicos,  cristianos o judíos, son la verdadera amenaza a la paz y a los derechos  humanos", señaló el director ejecutivo del Instituto de Exactitud Publica,  Norman Solomon. 
Asimismo, los intentos de la prensa por emplear la fe  religiosa para adjetivar la violencia suelen ocultar otros intereses más allá  del informativo. Marcan una dirección y se apartan de otras, en tanto oscurecen  la verdad de que los fundamentalismos radicales no son exclusivos de ninguna fe.  
"Un estándar único de derechos humanos no tiene nada que ver con hacerle  un guiño a algunos fanatismos mortales en tanto se condenan otros", sostuvo  Solomon. 
Pero la prensa estadounidense, en general, no parece interesada  en un único parámetro de derechos humanos. 
"Un estándar de ese tipo  implicaría no sólo condenar la atrocidad de los suicidas de la fe islámica, sino  también a los funcionarios israelíes que ordenan ataques que matan palestinos de  todas las edades", apuntó. 
"También tendría que condenar a las altas  autoridades del gobiernos de Estados Unidos que supervisan tanta pérdida de  vidas humanas en Iraq", añadió Solomon, coautor de "Fuentes poco confiables: una  guía para detectar noticias tendenciosas". 
Por su parte, el secretario  general de la ONU, Ban Ki-moon, señaló que "llegó la hora de promover la idea de  que la diversidad es una virtud, no una amenaza". 
También es tiempo de  "un diálogo constructivo y comprometido, un diálogo entre personas, entre  comunidades y entre naciones", añadió. 
Un grupo de líderes políticos de  alto nivel que promueve la Alianza de Civilizaciones urgió a los profesionales  de la prensa, en un informe divulgado el año pasado, a desarrollar, articular e  implementar códigos de conducta voluntarios. 
El estudio reclama  programas de capacitación para contribuir a que los periodistas comprendan  asuntos internacionales importantes, en especial aquellos donde política y  religión se cruzan. 
También se propuso crear un "fondo de riesgo para  atenuar las fuerzas del mercado que fomentan la información sensacionalista y  estereotipada en la prensa y en otros ámbitos culturales". 
La prensa  debiera evitar las campañas propagandísticas que de hecho vilipendian una fe en  particular al vincularla con las personas destructivas que alegan ser  religiosas, indicó Solomon. 
El periodismo, la prensa independiente y la  libre circulación de información pueden ayudar a percibir la humanidad como una,  pero la propaganda a menudo promueve la idea de la crueldad caracteriza a un  grupo étnico o religión en particular. 
"Los frecuentes golpes  periodísticos polarizan en vez de informar y exacerban en vez de educar",  concluyó. 
 
 
 

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