LA PAZ, 30 nov (IPS) - La apresurada gestión de cambios a favor de los sectores sociales más pobres de Bolivia, con una estrategia destinada a derrotar al contrario, conduce al gobierno izquierdista de Evo Morales a enfrentar una oposición reticente al diálogo, coinciden analistas consultados por IPS.
Cinco prefectos (gobernadores) de los  departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y Cochabamba --que comprenden  buena parte del territorio con excepción de la franja occidental-- se negaron de  plano a dialogar con el gobierno, pese a insistentes llamados a pacificar el  país y aliviar la tensión formulados por la Iglesia Católica, el defensor del  Pueblo(ombudsman) y sectores sociales. 
La aprobación general de una  nueva constitución, con participación de asambleístas del gobernante Movimiento  al Socialismo (MAS) el sábado 24 en el paraninfo de un instituto militar en  Sucre, y el visto bueno del Congreso a una bonificación mensual de 26 dólares  para personas mayores de 60 años, resuelto en ausencia de legisladores  opositores, han fortalecido los argumentos de quienes critican a Morales.  
El partido de gobierno no interpretó correctamente que obtener 53,7 por  ciento de las voluntades en las urnas dejaba margen a una oposición con 46 por  ciento y, en lugar de elegir el camino sensato de un acuerdo político, prefirió  un esquema para aplastar al oponente, dijo a IPS del sociólogo y director del  Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, Carlos Laruta. 
El  indígena Morales, líder de los campesinos cultivadores de coca, ganó los  comicios presidenciales de diciembre de 2005 enarbolando las banderas de  nacionalización de los hidrocarburos, reparto de tierras en beneficio de las  poblaciones rurales desposeídas y construcción de una nueva República, basada en  el reconocimiento a las autonomías étnicas y a la diversidad que caracteriza a  este país con fuerte presencia de pueblos aborígenes. 
Desde el inicio,  su proyecto chocó contra los intereses del empresariado agropecuario y  petrolero, cuya prédica separatista se hizo fuerte en los llamados comités  cívicos del centro y del sur del país. 
El Comité Cívico Pro Santa Cruz,  presidido por el empresario Branco Marinkovic, y el prefecto departamental Rubén  Costas, han tomado el liderazgo del bloque opositor, al cual se agrega el sureño  Chuquisaca. Tras convocar a la desobediencia de las normas aprobadas por el  gobierno de Morales, ahora se empeñan en concretar una "resistencia civil  movilizada" acompañada de huelga de hambre, desde el lunes 3. 
Un día  después del paro cívico en las capitales de los departamentos rebeldes, la  corriente contraria a Morales prepara una estrategia internacional de denuncia  del gobierno por la "ruptura democrática". 
Mientras, el Comité Cívico  Pro Santa Cruz iniciará un plan de difusión de un estatuto autonómico, con el  fin de implantar un gobierno independiente del poder central, en un esquema  absolutamente contrario a las autonomías departamentales, municipales e  indígenas impulsadas desde la concepción del estado plurinacional propuesto por  Morales. 
El portavoz presidencial Alex Contreras intentó el jueves un  acercamiento con los prefectos de Santa Cruz y Cochabamba, pero en el primer  caso sólo recogió insultos de Costas y la exigencia de que Morales ofreciera  disculpas a Sucre por la muerte de tres personas durante los enfrentamientos del  sábado entre ciudadanos y la policía, mientras se aprobaba el polémico texto  constitucional. 
Los esfuerzos alimentaron la fortaleza de los prefectos  que cuestionan la aprobación de normas al margen de procedimientos regulares.  
"Lo que el gobierno cosecha es desacato, violencia, porque aprobó la  nueva constitución de modo antiético e inmoral, y procedió del mismo modo con la  renta vitalicia para los ancianos", dijo Laruta. 
"Con cada acción por la  fuerza, se cierra posibilidades de diálogo y concertación, y si el MAS ha  decidido llevar el cambio de cualquier modo, tendremos una agudización de  problemas que puede terminar incluso en un golpe de Estado", advirtió.  
Las Fuerzas Armadas expresaron su fiel respeto a la Constitución y a las  instituciones democráticas y la defensa de la integridad de la nación.  
Durante los últimos incidentes violentos en Sucre, la policía fue  rebasada en su capacidad de enfrentar motines y tuvo que huir a Potosí  (sudoccidente). Sólo el jueves, después de cinco días de inseguridad en la  capital y a pedido de los ciudadanos, retornaron los uniformados a los cuarteles  que habían sido incendiados y destruidos por manifestantes. 
Lejos de la  solución a los graves problemas culturales y territoriales bolivianos, la  Asamblea Constituyente priorizó la cuestión política, y las posiciones  intolerantes buscan soluciones por el lado del desastre y desestiman la  concertación, dijo a IPS la analista María Teresa Zegada. 
Es también  cuestionable la "arremetida" del gobierno contra los espacios institucionales,  pues este modo de aprobar normas, según Zegada, estimula la intransigencia de  las organizaciones cívicas que impulsan el secesionismo. 
El gobierno,  que marcha en los márgenes de la política, y los cívicos, que hablan de  autonomía de facto, no son conscientes de que el país es plural, diverso y tiene  expectativas de una transformación concertada, opinó. 
Alcanzar el  diálogo esperado podría corresponder a quienes se ubican en posiciones no  polarizadas por la pugna, sostuvo. 
Según Zegada, este país de 9,6  millones de habitantes no está dividido en bloques, y en regiones como Santa  Cruz existe gente que no comparte el pensamiento del Comité Cívico, así como en  Cochabamba las opiniones están claramente divididas. 
"Esta convivencia  de distintas posiciones puede permitir abrir una suerte de negociación y evitar  una confrontación desastrosa por los costos humanos y sociales, y por el  retroceso para el proceso democrático boliviano", concluyó. 
 
 
 

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