por Héctor Vera Vera (Valparaíso, Chile)
domingo, 27 de enero de 2008
domingo, 27 de enero de 2008
Sr. General de la República de Chile:
Hoy domingo 27 de enero de 2008, me acabo de informar en el diario La Nación que Ud como jefe de un grupo de militares, sacó con violencia, el 18 de octubre de 1973, a los 14 presos políticos de la cárcel de Antofagasta, que fueron masacrados bajo las órdenes de Arellano Stark, tal como lo testificó el General Joaquín Lagos ante el Ministro Guzmán en el caso Caravana de la Muerte.
Ud dejó constancia, con su firma y grado, de su acción en los registros de Gendarmería. Yo estaba preso en la cárcel de Antofagasta en calidad de "prisionero de guerra" y formaba parte de los perseguidos de la dictadura. Los asesinados, en su mayoría jóvenes idealistas, ya habían sido juzgados por un tribunal militar y estaban cumpliendo con las condenas. En consecuencia su acción de sacarlos de la cárcel era totalmente ilegal y constituye un completo secuestro.
Su conducta, en todos estos años, ha sido la del mediocre moral, la del buen cobarde que se esconde en la institución militar para minimizar su responsabilidad. Sin embargo, en los momentos de su "valiente acción", ante "enemigos" completamente indefensos, Ud desplegó su total arrogancia que le ganó la admiración de sus superiores. Es ese factor de arrogancia y de inconsciencia lo que posiblemente le llevaron a participar en la siniestra cadena de torturas, de muertes y de crueldades con la que gente como Ud jalona la historia reciente del Ejército de Chile. Esta acción de felonía ha sido facilitada por la negligencia de los tribunales de justicia y de los gobiernos de la Concertación, que han dado luz verde a sus sucesivos ascensos hasta ser hoy general y Jefe de la Guarnición Militar de Santiago.
¿No ha sentido vergüenza de su impunidad? ¿Con qué clase de conciencia mira y se relaciona Ud con su esposa, con sus hijos, con sus nietos? ¿Ninguna sospecha ha tenido de que su conducta ha producido profundo dolor entre sus víctimas, familiares, amigos y en toda persona sensible al sufrimiento humano? ¿Se siente inteligente y fuerte al haber burlado los controles políticos y contar con el apoyo de sus oficiales superiores, mientras considera que sus víctimas son despreciables?
Si tiene un poco de dignidad, Sr. Gonzalo Andrés del Corazón de María Santelices Cuevas, debiera renunciar al Ejército y dejar su alto cargo. De todas maneras va a recibir una suculenta pensión, como la tienen pocos en nuestro país y tendrá beneficios especiales como General de la República de Chile. Ud representa la vigencia de una tremenda injusticia, que proviene del pasado dictatorial…y que se prolonga en nuestra imperfecta democracia actual.
Si aun no lo sabe, las personas que Ud sacó de la cárcel con la vista vendada y amarrados, que Ud trató como a perros sarnosos, eran gente digna que luchó por una sociedad menos desigual, más fraternal…gente que, de alguna manera, son el sustento desde el cual Ud. ha construido su tranquila vida profesional y humana. Esas personas que Ud llevó al matadero nunca se imaginaron que, gente joven, como Ud. lo era en ese momento, tuvieran tanta crueldad y tan duradero cinismo.
Por la dignidad de sus nietos….no pida más protección institucional. Renuncie, ahora.
Héctor Vera Vera
* El autor es ex prisionero de guerra en Antofagasta y actualmente es Periodista y Doctor en Comunicación Social
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