Un ex agente del servicio secreto uruguayo sostuvo que el mandatario Joao Goulart no murió de un paro cardíaco como todos pensaban, sino que fue envenenado a pedido del gobierno militar brasileño. Los detalles del siniestro plan
Las dedeclaraciones del ex agente del servicio de Inteligencia uruguayo, Mario Neira Barreiro fueron divulgadas hoy el diario "Folha de Sao Paulo".
Barreiro, quien se encuentra preso desde 2003 en el penal de alta seguridad de Charqueadas, en el estado brasileño de Río Grande del Sur, dijo que espió durante cuatro años a Goulart y que participó del operativo que acabó con su muerte, ocurrida en Argentina en 1976.
Según la versión oficial, el ex presidente brasileño, quien fue depuesto de la Presidencia por un golpe militar en marzo de 1964, tras lo cual partió para el exilio, murió víctima de un ataque cardíaco.
Sin embargo, Barreiro afirmó al rotativo que Goulart fue envenenado después de haber sido vigilado por él mismo durante las 24 horas del día entre 1973 y 1976, año de su muerte.
"Estuve en la estancia de Maldonado (de propiedad de Goulart) para instalar una estación repetidora que captaba señales de los micrófonos de dentro de la casa y nos las retransmitía", detalló Barreiro, quien precisó que el sistema permitía escuchar las conversaciones desde una distancia de hasta 10 ó 12 kilómetros.
Agregó que la orden de envenenar a Goulart partió del ex comisario del Departamento de Orden Política y Social (DOPS) de Sao Paulo, Sergio Paranhos Fleury, muerto en 1979, durante una reunión que mantuvo en Uruguay con dos comandantes que dirigían el "equipo Centauro", grupo encargado de espiar al ex presidente.
Barreiro dijo que los motivos para matar a Goulart se basaron en el contenido de escuchas telefónicas realizadas y transcritas por él, en las que el ex presidente hablaba de su deseo de volver a Brasil y criticaba al régimen militar de su país.
En opinión de Barreiro, lo que llevó al gobierno brasileño a mandar a matar a Goulart fueron interpretaciones "equivocadas y exageradas" de esas escuchas.
Según Barreiro, quien autorizó el asesinato del ex presidente, conocido como Jango, fue el entonces presidente de Brasil, Ernesto Geisel (1974-1979). Éste trasmitió la orden a Fleury, quien acertó con el gobierno uruguayo los detalles del operativo, llamado Escorpión, el cual habría sido acompañado y financiado por la Agencia de Inteligencia Americana (CIA).
El plan, según Barreiro, era mezclar comprimidos envenedados con los medicamentos que Goulart tomaba para el corazón, y que provocarían un efecto similar al de un ataque cardíaco.
De acuerdo con el medio, el ex agente uruguayo no expuso pruebas de sus declaraciones, y alegó que todo el asunto era tratado personalmente.
Barreiro puntualizó que el servicio de inteligencia uruguayo se vio obligado a cooperar con Brasil en el operativo, "porque era totalmente dependiente" del país vecino, pero que Goulart, para el gobierno uruguayo "era una persona que no tenía ninguna importancia".
Las dedeclaraciones del ex agente del servicio de Inteligencia uruguayo, Mario Neira Barreiro fueron divulgadas hoy el diario "Folha de Sao Paulo".
Barreiro, quien se encuentra preso desde 2003 en el penal de alta seguridad de Charqueadas, en el estado brasileño de Río Grande del Sur, dijo que espió durante cuatro años a Goulart y que participó del operativo que acabó con su muerte, ocurrida en Argentina en 1976.
Según la versión oficial, el ex presidente brasileño, quien fue depuesto de la Presidencia por un golpe militar en marzo de 1964, tras lo cual partió para el exilio, murió víctima de un ataque cardíaco.
Sin embargo, Barreiro afirmó al rotativo que Goulart fue envenenado después de haber sido vigilado por él mismo durante las 24 horas del día entre 1973 y 1976, año de su muerte.
"Estuve en la estancia de Maldonado (de propiedad de Goulart) para instalar una estación repetidora que captaba señales de los micrófonos de dentro de la casa y nos las retransmitía", detalló Barreiro, quien precisó que el sistema permitía escuchar las conversaciones desde una distancia de hasta 10 ó 12 kilómetros.
Agregó que la orden de envenenar a Goulart partió del ex comisario del Departamento de Orden Política y Social (DOPS) de Sao Paulo, Sergio Paranhos Fleury, muerto en 1979, durante una reunión que mantuvo en Uruguay con dos comandantes que dirigían el "equipo Centauro", grupo encargado de espiar al ex presidente.
Barreiro dijo que los motivos para matar a Goulart se basaron en el contenido de escuchas telefónicas realizadas y transcritas por él, en las que el ex presidente hablaba de su deseo de volver a Brasil y criticaba al régimen militar de su país.
En opinión de Barreiro, lo que llevó al gobierno brasileño a mandar a matar a Goulart fueron interpretaciones "equivocadas y exageradas" de esas escuchas.
Según Barreiro, quien autorizó el asesinato del ex presidente, conocido como Jango, fue el entonces presidente de Brasil, Ernesto Geisel (1974-1979). Éste trasmitió la orden a Fleury, quien acertó con el gobierno uruguayo los detalles del operativo, llamado Escorpión, el cual habría sido acompañado y financiado por la Agencia de Inteligencia Americana (CIA).
El plan, según Barreiro, era mezclar comprimidos envenedados con los medicamentos que Goulart tomaba para el corazón, y que provocarían un efecto similar al de un ataque cardíaco.
De acuerdo con el medio, el ex agente uruguayo no expuso pruebas de sus declaraciones, y alegó que todo el asunto era tratado personalmente.
Barreiro puntualizó que el servicio de inteligencia uruguayo se vio obligado a cooperar con Brasil en el operativo, "porque era totalmente dependiente" del país vecino, pero que Goulart, para el gobierno uruguayo "era una persona que no tenía ninguna importancia".
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