06 septiembre, 2007

Cara a cara EEUU y RPDC

Actualizado 2:00 A.M. (hora local)

  La Habana, jueves 6 de septiembre de 2007. Año 11 / Número 248

Periódico Granma
ARNALDO MUSA

Finalmente, Estados Unidos debió sentarse frente a frente, sin nadie por el medio, en la mesa de negociaciones con la República Popular Democrática de Corea, en el contexto del diferendo nuclear en la península.

Los negociadores: el norteamericano Christopher Hill y el norcoreano Kim Gye Gwan.

Los medios de información occidentales se apresuraron a comunicar que la parte norcoreana accedió a desmantelar su programa nuclear, así como a dar a conocer los lugares donde lo desarrolla antes de que finalice este año, sin informar lo que haría la parte norteamericana.

Pero la posición de la RPDC obligó al diálogo a una administración de naturaleza agresiva, la cual deberá responder con pasos consecuentes para normalizar una situación que nunca consideró, respaldada por el mantenimiento de más de 37 000 militares y bases con sofisticado armamento de todo tipo en Corea del Sur.

Las dificultades para esta reunión bipartita, así como la cumbre entre las dos partes de Corea, del 2 al 4 de octubre próximo, fueron virtualmente allanadas, luego de la decisión de la República Popular Democrática de Corea de cerrar las instalaciones de Yongbyong, como paso inicial para una eventual renuncia a su programa nuclear, sin duda una acción demostrativa de su interés en resolver pacíficamente su diferendo con Estados Unidos y lograr la desnuclearización de la península coreana.

Ello coadyuva a la paz en la región y en el mundo, y está acorde con los principios del Movimiento de los Países No Alineados —del que Corea Democrática es miembro— de eliminar toda posibilidad de proliferación y hecatombe atómicas.

La diplomacia llevada a cabo por la nación asiática ha estado marcada por los avatares de una situación económica y política sujeta a la constante amenaza de agresión norteamericana, que obliga al país a erogar ingentes recursos en la defensa; la desaparición de la Unión Soviética, que la privó de fuente de cooperación, así como la recurrencia de desastres naturales, causantes de graves sufrimientos a la población.

Cuando Pyongyang anunció la realización de una prueba atómica, obligó a una reflexión global en la que, además de los intereses de Estados Unidos, también estuvieron los de Japón, Corea del Sur, Rusia, China y otros estados, todos integrantes en estos últimos años de las denominadas reuniones hexapartitas.

El primer resultado consecuente de estas conversaciones fue que Norcorea accedió al ya mencionado cierre del reactor de Yongbyong, luego de que Washington, como gesto simbólico, le descongelara 25 millones de dólares y Corea del Sur enviase un primer envío de 50 000 toneladas de petróleo.

La República Popular Democrática de Corea abre las puertas al proceso de desnuclearización de la península y desarma de pretextos a la parte norteamericana.

No obstante, y esto no es nada nuevo, existe siempre la incertidumbre por la constante y demostrada mala fe estadounidense. Y es que Asia sigue insegura, porque, además de ser el único continente donde fue utilizada la bomba atómica, se mantienen las armas nucleares norteamericanas en Japón y Corea del Sur.

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