26 septiembre, 2007

CIA (II) La máquina asesina contra Cuba

Actualizado 5:45 P.M. (hora local)

  La Habana, martes 25 de septiembre de 2007. Año 11 / Número 265

Periódico Granma
MANUEL HEVIA FRASQUIERI

Ningún país en el mundo ha sido objeto de tan prolongado asedio por parte de la Agencia Central de Inteligencia en estas seis décadas de su existencia.

Mercenarios entrenados por la CIA intentaron asesinar a Fidel durante su viaje a Chile en 1972

Algunos prominentes personajes de esta Agencia desempeñarían un activo papel en hechos históricos que antecedieron el triunfo revolucionario de 1959 o contribuyeron de forma muy activa en los intentos por derrocar la Revolución cubana y asesinar a Fidel a lo largo de muchos años. En primer lugar, los que desde el cargo de jefes de la CIA asumieron la mayor responsabilidad en la guerra sucia desatada contra Cuba en los primeros años, como el propio Allen Dulles, (1953-61), John A. Mc.Cone (1961-65), William F. Raborn (1965-66) y Richard Helms,(1966-73).

Otros personajes llegarían más tarde a la cúpula a partir de los años 70, también con un importante desempeño histórico en el trabajo operativo encubierto anticubano como William Colby, (1973-76) George Bush (1976-77), William Casey (1981-87) o Poster Goss (2005-06), experimentados oficiales de inteligencia, algunos graduados en universidades élites o de una profunda convicción anticomunista y estrechos vínculos con la ultraderecha y el Complejo Militar Industrial de esa nación.

Otros oficiales, de no menor rango, con un importante aval terrorista anticubano, anticomunistas por naturaleza o de un definido pensamiento conservador. Aborrecidos y olvidados algunos, otros condecorados por sus crímenes. Aquellos jefes y altos oficiales de la CIA contribuyeron activamente a la preparación y dirección de connotados terroristas de origen cubano en la primera mitad de los años 60 que llevaron la muerte y la destrucción al suelo cubano, muchos de los cuales continúan sus actos criminales contra Cuba desde su refugio en EE.UU.

LA CIA Y LOS CUERPOS REPRESIVOS BATISTIANOS

El interés sobre Cuba por la CIA no surgió en 1959. La Agencia desplegó una intensa actividad de inteligencia interna desde 1947, en correspondencia con el alto grado de prioridad política y económica de su gobierno hacia la isla, integrando una poderosa estación "legal" dentro de la embajada de EE.UU. en La Habana, con una representación operativa en el consulado de Santiago de Cuba y el apoyo de su estación en Miami.

La CIA fue responsable por la voladura del vapor La Coubre, que resultó una matanza

La CIA recomendó al gobierno del tirano Batista crear un aparato represivo contra el movimiento comunista, incluidos los líderes de las organizaciones políticas y estudiantiles considerados hostiles a sus intereses, surgiendo así el criminal Buró Represivo de Actividades Comunistas (BRAC); que brindó asesoramiento y entrenamiento a sus sicarios y lo abasteció con medios de todo tipo. Las tres visitas a Cuba en aquellos años del inspector general de la CIA Lyman Kirkpatrick, evidencian el seguimiento y prioritaria atención de la agencia a sus intereses operativos en el país.

La CIA intentó infructuosamente la creación de una "tercera fuerza" política en Cuba, "un grupo moderado —según palabras del oficial de la CIA David Atlee Philips— entre Castro a la izquierda y Batista a la derecha".

Ante este fracaso trabajó insistentemente en la posibilidad de fomentar un golpe de Estado mediante las fuerzas armadas de la tiranía para tratar de escamotear el inminente triunfo del Ejército Rebelde. El 23 de diciembre de 1958, Allen Dulles en una sesión del Consejo Nacional de Seguridad expresó: "Debemos prevenir la victoria de Castro" Días más tarde triunfó la Revolución Cubana. Pero la CIA no se detuvo.

LA CIA CONTRA LA REVOLUCIÓN

Durante los primeros meses de 1959, la CIA promovió desde su estación local en la embajada yanki en La Habana, la campaña de una supuesta intromisión comunista en Cuba, reclutó reformistas proyanquis y traidores, toleró bombar-deos de avionetas piratas que volaban desde la Florida, organizó una conspiración armada que pretendió convertir el sur de la provincia de Las Villas en punto clave de una invasión mercenaria patrocinada por el dictador Trujillo.

Desde el último trimestre de 1959, intentó evitar a todo precio que Cuba adquiriese armas para su defensa, apelando a presiones diplomáticas en países europeos y al criminal sabotaje contra el vapor La Coubre en marzo de 1960 que costó la vida a más de un centenar de personas inocentes.

Para inicios de diciembre de 1959, ya había elaborado la concepción de un plan subversivo que constituiría la base del "Programa de acciones encubiertas contra el régimen de Castro" que fue aprobado por el presidente D. Eisenhower el 17 de marzo de 1960.

El 18 de enero de 1960 la CIA organizó la Rama 4 (WH-A) en la División del Hemisferio Occidental, como un equipo especial para dirigir la operación cubana y fueron reforzadas las estaciones en Miami y La Habana. El gobierno aportó cuantiosos recursos materiales y financieros para la organización de bases de entrenamiento en Centroamérica y la Florida y se inició la preparación de un ejército mercenario, bajo la dirección del personal paramilitar de la agencia.

La CIA creó grupos y organizaciones de corte terrorista dentro y fuera de Cuba, y puso a su alcance cientos de toneladas de explosivos y armamentos que provocaron, según sus propios documentos desclasificados, 110 atentados dinamiteros, la detonación de 200 bombas, 950 incendios y seis descarrilamientos en menos de seis meses.

Con posterioridad a la derrota de Playa Girón, el enemigo potenció las capacidades subversivas de la estación CIA en Miami, surgiendo así el programa JM WAVE para intensificar las acciones terroristas y de espionaje contra la isla.

En aquellos años, con el patrocinio directo de la CIA, el gobierno norteamericano promovió y armó un ejército irregular de 299 bandas y 3 995 bandidos y criminales en las montañas cubanas que causaron 549 muertes y miles de heridos. Todos aquellos actos fueron derrotados. Ningún adversario había propinado hasta entonces tantas derrotas a la CIA como el pueblo cubano.

ASESINAR A FIDEL

Según documentos desclasificados, durante la década de los años 60 tomó fuerza en la CIA y en algunos funcionarios de las administraciones norteamericanas la creencia de que la desaparición de Fidel por medio del asesinato contribuiría a una rápida solución del "problema cubano".

Aquel insólito ambiente era perceptible en las conversaciones entre funcionarios de la Casa Blanca y la CIA o entre oficiales de la agencia con mercenarios de los grupos y organizaciones terroristas de origen cubano que estaban bajo su control operativo.

La convicción de que matar al jefe de un Estado se correspondía con la ética imperante dentro de la CIA durante las décadas de los años 60 y 70 se reflejó con fuerza en la propaganda subversiva enviada a la Isla por diferentes medios, en la que se instigaba al asesinato de los dirigentes revolucionarios, al sabotaje y a la rebelión.

Los funcionarios de la CIA interrogados por el Comité Church en 1975 sobre su participación en sus intentos magnicidas contra Fidel declararon que: "consideraban que asesinar era un modo de actuar permisible, por lo que declararon que creían que sus actividades habían sido completamente autorizadas."

William Harvey, jefe de la unidad ejecutiva para asesinatos ZR-Rifle y jefe de la Rama 4 de la CIA durante la Operación Mangosta entre 1961 y 1962, testificó que "creía que los atentados estaban completamente autorizados".

Richard Helms -director de la CIA entre 1966-73- declaró en repetidas ocasiones: que él creía que "una autorización explícita era innecesaria para el asesinato de Castro a principios de los años 1960¼ las acciones que estábamos tomando contra Cuba y contra el gobierno de Fidel Castro en Cuba, era lo que se nos había pedido que hiciéramos".

Estudios y documentos cubanos así como numerosos testimonios demuestran que solo entre 1960 y 1967, el pueblo cubano y sus órganos de seguridad frustraron más de un centenar de planes de asesinato de extrema peligrosidad contra dirigentes de la Revolución, especialmente contra Fidel.

Según documentos de la Comisión Church, en agosto de 1975 se reconoce que el Gobierno cubano entregó una lista de 24 atentados fallidos de asesinato contra su Presidente, en los que se alegaba el involucramiento de la CIA. La Agencia respondió a la Comisión: "la CIA no tuvo participación alguna en 15 de ellos, nunca tuvo contactos con los individuos mencionados ni estuvo en contacto con ellos cuando ocurrieron los incidentes mencionados". Que en los nueve restantes habían tenido "relaciones operativas" con algunos de los individuos mencionados "pero no con fines de asesinato".

¿Qué otra finalidad podían tener estas relaciones operativas con sus agentes terroristas de origen cubano, en momentos que desataban una cruenta guerra sucia y la orden de asesinar había sido dada desde 1960?

La minuciosidad del plan de asesinato organizado contra Fidel durante su visita a Chile en 1972 demostró que el pensamiento brutal de ZR-Rifle aun seguía vivo.

Años después, Fidel rememoraría aquel hecho: "Cuando fui a Chile, por ejemplo, a raíz del gobierno de Unidad Popular, los elementos entrenados por la CIA, además inspirados por la política de Estados Unidos, organizaron una cacería a lo largo de mi recorrido por Chile" En los años siguientes no se detuvo aquella obsesión criminal, extendida hasta nuestros días.

*Director del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado

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