19 septiembre, 2007

Recuerdos de un cubano que vio caer las Torres Gemelas

Actualizado 5:45 P.M. (hora local)

  La Habana, viernes 14 de septiembre de 2007. Año 11 / Número 254

Periódico Granma
Un médico avileño habla del impacto que tuvo este suceso

Ortelio González

Justo cuando los aviones impactaron las Torres Gemelas, el médico avileño Carlos Alberto Pérez Padilla llevaba seis meses en Nueva York, donde permanecía en un curso de Oftalmología pediátrica, otorgado por el proyecto ORBIS.

"Pasan los años y todavía me parece un sueño; una pesadilla, exacerbada por los medios de comunicación, fundamentalmente por la televisión que, desde que ocurrió el hecho, no cesaba de repetir imágenes desgarradoras, como si fueran las de un juego macabro, un montaje de algo que, al parecer, estaba diseñado para, en nombre del terror, cambiar el destino del mundo.

"Cuando el primer impacto, muchos pensaron que era un accidente. Al ocurrir el segundo ya estaban convencidos de que era un hecho terrorista.

"Mis pensamientos siempre estuvieron puestos en Cuba, en mi familia, en mi gente, porque imaginé que podían atacarla en medio de la demencia de Bush y su camarilla.

"Quería regresar cuanto antes. No me fue posible. Después del ataque estuve allá los 21 días peores de mi vida. En ese tiempo me dediqué a estudiar sobre mi especialidad y a leer todo lo que publicaban sobre el suceso.

"Leí muchos textos que me hicieron ahondar y conocer en detalle sobre la política y la forma de actuar de los gobernantes del país que más armas y mentiras fabrica en el mundo y me ayudaron a analizar aquella monstruosidad.

"Conservo la opinión de un estudiante norteamericano que por aquellos días escribió: Hemos ido a otros países destruyendo tantas vidas, sosteniendo y apoyando a regímenes militares fascistas, o creando o implantando supuestas 'reformas económicas'. Hemos negado el acceso a los medicamentos de base a los países que se han opuesto a nuestras políticas.

Mantenemos bases militares en lugares de los cuales la mayoría de nosotros ni siquiera hemos oído hablar, ocupando y destruyendo rincones lejanos de la tierra.

Hemos destruido los antiguos bosques, perforado en tierras sagradas para buscar petróleo y puesto a trabajar a millones de gente fuera de toda protección de sus derechos sociales...

"Pero en mi opinión, las palabras exactas para desentrañar el porqué del ataque la escribió otro norteamericano:

Lo que ha ocurrido hoy es una tragedia, pero vivimos donde tantas tragedias ocurren, que los mismos norteamericanos ignoran. Es tiempo para nosotros de tomar conciencia de las implicaciones de nuestro 'progreso'. Es tiempo de preocuparnos de otra cosa que solamente de nuestro bienestar. Debemos poner fin a la violencia cíclica que está en nosotros y en el mundo. Si hablamos de progreso, que sea de todos y no solamente de los norteamericanos con buena salud.

Podemos aprender la empatía hacia gente distinta de nosotros, y quizás entonces descubriríamos que no son tan diferentes. Si hiciéramos esto quizás la gente no estaría llena de odio frente a nuestra nación, y podríamos evitar otras tragedias.

"Y estoy convencido de que así piensan millones de personas en el mundo acerca del poderoso que bombardea con apetito y manda a morir a personas indefensas y a ocupar países."

Nada, que mientras los yankis, en nombre de la lucha contra el terrorismo, invaden países y visten de un falso ropaje antiterrorista, Cuba envía brigadas de batas blancas a engalanar la esperanza de los pobres del mundo.

El médico de mi historia, quien hoy cumple misión internacionalista en Bolivia, es solo uno de los tantos ejemplos.


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