13 septiembre, 2007

'Volver sobre mis pasos' refleja la vida y personalidad del cineasta Gutiérrez Alea

Miércoles, 12 septiembre 2007
IBLNEWS, AGENCIAS

'Volver sobre mis pasos' refleja la vida y personalidad del cineasta Gutiérrez Alea Mirtha Ibarra, compañera sentimental de Tomás Gutiérrez Alea, ha necesitado que pasen 12 años de la muerte del cineasta para cumplir "el compromiso de dar a conocer" la filosofía y la personalidad de Titón, en el libro 'Volver sobre mis pasos': "Antes no podía —dice— porque la tristeza me embargaba".

La actriz cubana, que también participó en numerosos proyectos de Tomás Gutiérrez Alea, ha elegido este título, una de las frases de Titón porque, es un texto "fuerte, profundo y definitorio de su personalidad. Además, como el libro es un viaje desde los años 50 hasta su muerte, en 1996, adquiere el sentido de volver sobre el camino recorrido".

El propósito de 'Volver sobre mis pasos', donde se reúne la extensa correspondencia de Titón, además de textos, imágenes y dibujos del director que hizo que el mundo se fijara en el cine cubano gracias a 'Fresa y chocolate', —1993— Oso de Plata en Berlín y candidata al Oscar, es, explica Mirtha, "dar a conocer la coherencia entre su obra fílmica y su vida".

La coherencia es la palabra clave que define a Titón, un hombre que antes de ese fenómeno global que constituyó 'Fresa y chocolate' tenía tras de sí una sólida carrera y estaba considerado uno de los grandes maestros del cine latino.

"Quiso hacer un cine que no sólo provocara placer estético sino que llevara dentro una reflexión sobre uno mismo y su realidad. Nunca edulcoró esa realidad, sino que la criticó, para intentar así mejorarla", señala Mirtha, quien añade: "La suya era una crítica honesta, donde tanto hablaba del bloqueo de EEUU, como del triunfalismo reinante en Cuba".

La utopía revolucionaria

Titón fue uno de los que soñaron la utopía revolucionaria y que fue viendo "desde el principio" sus "contradicciones". "Vivió todo el proceso con una inmensa tristeza, sufría, pero nunca pensó en abandonar la isla, sino en luchar desde dentro", apunta Mirtha.

Saura coincidió con Titón estudiando en Cinecittá, en los 50, y cuenta con humor cómo entonces él se veía más izquierdista que el cubano y le propuso un proyecto al estilo del cine revolucionario soviético. Al contárselo a Gutiérrez Alea, cuya amistad conservó hasta la muerte, éste le contestó que el cine político "no puede ser maniqueista, no debe llevar moralejas ni consignas. Debe ser inteligente y sutil". Y esa fue la marca de su filmografía, comenta Mirtha: "Inquietar al espectador, no darle recetas".

Ibarra cuenta cómo Titón "mantenía una constante lucha con el tiempo, pues sentía que se le escapaba" y la muerte era su obsesión, al percibirla como la interrupción de su trabajo. Por eso en toda su obra está presente, o bien conjurándola, ironizando o burlándose de ella.

Sin embargo, cuando se supo enfermo, dio un giro radical: "Se lo tomó con mucha paz. Cambió totalmente su filosofía vital. Ya que era el fin, de pronto comenzó un disfrute total e intenso de todo", recuerda Mirtha, quien habla de su compañero como un ser complejo.

"Tenía cierta tendencia a la depresión y era irascible, cuando tenía algo que le agobiaba decía: ¡dame cinco minutos!, hasta que se relajaba. Pero también era el ser sensible, amoroso y bello de corazón", cuenta Mirtha, quien recuerda cómo se volcó en 'Fresa y chocolate' porque pensó que sería su última película. "Pero nunca esperó el fenómeno social que provocó".

"Ir a recoger premios le deprimía, no le gustaba la promoción... Pero sí vivió la alegría de saber que con ese filme el mundo miraría por fin hacia el cine de su adorada Cuba", afirma Mirtha, que está ultimando un documental sobre Gutiérrez Alea, una figura que hoy en la Isla, dice, "sigue siendo 'El Maestro'".

© IBLNEWS. New York 2007

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