07 mayo, 2007


Otra agresión biológica contra Cuba
Granma, La Habana, lunes 7 de mayo de 2007. Año 11 / Número 127

Raisa P agés

Primero apareció por Matanzas, luego el devorador insecto se fue esparciendo por la zona occidental y central del país. El Thrips palmi acababa con los sembrados, principalmente de papa, pimiento, frijol y pepino.

Aunque la plaga se detectó primero en la papa, dañó 17 cultivos en los primeros cuatro meses.

La investigación sobre la presencia súbita de la enfermedad reveló que formaba parte del historial de agresiones biológicas de Estados Unidos contra Cuba.

Hace diez años se publicó en este diario el informe al secretario general de la ONU, en el cual las autoridades cubanas detallaban cómo los Estados Unidos introdujeron esa plaga en nuestro país.

Tripulantes de un vuelo regular de Cubana de Aviación habían observado, el 21 de octubre de 1996, una aeronave monomotor que sobrevolaba el corredor Girón, de norte a sur, a unos 300 metros por encima de ellos. Con matrícula N3093, operada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, la nave esparció, varias veces, unas sustancias desconocidas.

A los 48 días de ese reporte, por la misma zona donde la nave norteamericana esparció el desconocido agente biológico, surgieron indicios de una virulenta plaga en campos de papa de Matanzas.

Del área inicial de propagación, el Thrips palmi se diseminó por la zona occidental y central y dañó 17 cultivos en los primeros cuatro meses de su introducción en Cuba.

Durante los tres primeros años, para controlar esa plaga hubo que gastar más de 3 millones de dólares cada año en productos químicos, señaló a Granma el subdirector del Centro Nacional de Sanidad Vegetal, Máximo Martínez.

Como la agricultura cubana ya tenía experiencia en el uso y producción de medios biológicos, inmediatamente los especialistas recibieron asesoría internacional para emplear controles y enemigos naturales contra ese insecto.

Así surgió la moderna planta de bioplaguicidas, donada por China y ubicada en Matanzas, para elaborar con avanzada tecnología biopreparados de hongos que actúan como patógenos naturales del Thrips palmi.

Otros depredadores naturales de la plaga se reprodujeron para controlar el insecto, lo cual posibilitó disminuir los productos químicos empleados al inicio, explicó Máximo Martínez.

Ahora solo se aplican pesticidas en las siembras tardías de papa, lo cual redujo el gasto a aproximadamente 900 000 dólares anuales en ese producto químico.

Esa aplicación de pesticida garantiza que no haya que esparcir insecticidas foliares en los primeros 60 días después de la siembra, lo que favorece el entorno natural de los depredadores del Thrips palmi.

Con la colaboración técnica de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, se pudieron fabricar bioplaguicidas sólidos, más efectivos que los líquidos, y que permiten multiplicar la productividad en los centros locales dedicados a reproducir los microorganismos que enferman y se alimentan de agentes dañinos.

El Thrips palmi sigue latente, pero su impacto económico se redujo gracias al potencial científico-técnico que ha controlado al peligroso insecto.

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