26 octubre, 2007

Resistencias en movimiento


Osvaldo León

Algo nuevo está pasando en la región.  Al extenderse el grito de ¡ya basta! proferido desde las resistencias de todo tipo, se han desencadenado vientos de cambio -no necesariamente en la misma dirección ni exentos de ciertos choques- que están modificado el mapa político y colocando en la agenda la disputa por un nuevo sentido de democracia y proyecto social; todo esto, en un contexto favorable por las condiciones mundiales.

La promesa neoliberal de bienestar generalizado, con sus políticas de privatizaciones, apertura indiscriminada de las economías nacionales, desregulaciones, achicamiento del Estado y abandono de las decisiones estratégicas, etc., etc., no solo que no se cumplió, sino que arrastró a la región a una profunda crisis política, económica y social.  Del desgarrado tejido social, cual corrientes subterráneas, poco a poco las resistencias comenzaron a emanar y multiplicarse con un anhelo de cambio.

Como el neoliberalismo se encargó de extender hacia la política la lógica de que "todo se compra y todo se vende", la rendición de cuentas que es un ingrediente básico del juego democrático prácticamente fue quedando al margen para dar paso al "toma y daca" como fórmula para lograr mayorías, acuerdos, dictámenes, sentencias, etc. -sobre todo en materia de privatizaciones-, profundizándose así los niveles de corrupción.  En términos solemnes, esta tendencia a la reducción de la democracia se la denominó: "gobernabilidad", cuando ya desde los nichos de resistencia se reclamaba democracia participativa y directa, equidad y justicia social.

Por esa arrogancia de las élites, acostumbradas a dar órdenes y que los demás acaten, hicieron oídos sordos de las demandas de los sectores subalternos, por lo demás sistemáticamente invisibilizados por los grandes medios de difusión y desdeñados por los "opinadores" que parecería viven en Europa y piensan que esa realidad es la nuestra.  Hasta que esas resistencias sociales, articuladas en movimientos, irrumpieron en el escenario para dar un giro a la orientación prevaleciente con la elección de gobiernos que, como mínimo, coinciden en la revisión del papel del Estado en las economías nacionales y políticas sociales compensatorias, como también en la afirmación de alguna autonomía frente a Washington y la revalorización de la integración regional.  Y en los pocos países donde este giro no se ha dado, las fuerzas que lo empujan se presentan como las expresiones de relevo.

Es evidente que el ascenso de gobiernos impulsados por fuerzas populares y las luchas impulsadas por éstas, ha provocado cambios en el plano geopolítico, pero no lo es tanto respecto a las transformaciones políticas y sociales que de una u otra manera anunciaron.  Puede ser que su gestión quede circunscrita a la contención y disciplinamiento del movimiento social con políticas asistencialistas y clientelares para los "buenos", y criminalización de la protesta y represión para los "malos".   En todo caso, son cambios que ponen sobre el tapete nuevos desafíos que deben ser procesados seria y fríamente para no errar en las estrategias.

Más allá del manejo que se dé desde tales gobiernos, lo evidente es que solo si de da el espacio autónomo a estas fuerzas para propulsar el cambio, la anhelada profundización de la democracia puede avanzar, ni más ni menos.  En este punto, también cobra importancia la agenda que las propias organizaciones y movimientos están priorizando, siendo que algunas, quizás las menos, han señalado que el momento exige una dedicación mayor para la comprensión de la realidad y sus tendencias, un esfuerzo permanente de organización de base, profundización y ampliación de los procesos de educación, particular énfasis en las estrategias y políticas de comunicación, formulación de propuestas alternativas y un sentido de acumulación de fuerzas que conjugue lo local, nacional y mundial.

No ALCA

Las dinámicas de este proceso son particulares a cada país, en unos teniendo como eje la acumulación en el accionar de los movimientos sociales, en otros con la fuerza social volcada al campo político-electoral, pero hay un ingrediente que de una u otra manera ha gravitado en tales particularidades: la articulación de luchas contra el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en tanto causa que permitió vincular los ejes local-nacional-continental-global contra el proyecto de los sectores empresariales y gubernamentales de los Estados Unidos, formulado para reforzar su dominio en el hemisferio.

El eje de esta articulación fue la Campaña Continental contra el ALCA, que no solo ha sido gravitante para que tal iniciativa se empantane, sino también para que se mantenga un accionar común contra los tratados de libre comercio y se ponga en agenda el tema de la integración,
basada en la democracia, la igualdad, la solidaridad, el respeto al medio ambiente y a los derechos humanos.  Lo cual, organizativamente, hoy es catalizado por la Alianza Social Continental.

Se trata de una campaña que fue lanzada en el II Foro Social Mundial (enero 2002) y que en algo más de un año, con
una lógica descentralizada y acoplada a las particularidades de cada región, país, localidad, etc., logró que se conformen comités o plataformas nacionales en los diversos países, estableciendo vasos comunicantes para nutrirse de iniciativas como la implementación de consultas nacionales, el monitoreo, seguimiento y vigilancia de las negociaciones, la realización de campañas sobre puntos específicos contemplados en el ALCA, la articulación con otras campañas afines (deuda, militarización, etc.), el fortalecimiento de los mecanismos de comunicación y divulgación, entre otras.

Cabe tener presente que el neoliberalismo buscó romper el tejido social e imponer un sentido de orfandad a cualquier esfuerzo organizativo sobreviviente.  Y es por esto que las campañas han jugado un rol de importancia.  La pionera en este sentido, sin duda, fue la Campaña Continental 500 años de Resistencia, Indígena, Negra y Popular, tanto por el momento (cerró en 1992) como por los actores que lo impulsaron (movimiento indígena, en particular), hasta que la campaña contra el ALCA termina convirtiéndose en un espacio aglutinador, en un paraguas, de todas ellas; de ahí que no solo propició la movilización continental, sino también espacios de reflexión y debate que han contribuido a que se vaya tejiendo una agenda global común (como también ha contribuido el Foro Social Mundial).

En este último sentido, vale remitirse a la Declaración Final del VI Encuentro Hemisférico de Lucha contra los TLCs y por la Integración de los Pueblos (La Habana, 5 mayo 2007) que señala: "Hoy nuestros objetivos continúan centrados en la lucha contra el imperialismo y sus políticas neoliberales en la región, con énfasis en el enfrentamiento a las prácticas engendradas por el libre comercio bajo el rostro de figuras como los TLCs, los EPAs, ASPAN reconociendo en todos ellos expresiones de una fase mucho más peligrosa de la misma pretensión hegemónica que ha venido amenazando a la región desde siempre.  Rechazamos también la profundización de los acuerdos de libre comercio propuestos por la Unión Europea a América Latina y el Caribe –el "ALCA europeo"- y dentro de ellas las negociaciones excluyentes, secretas e ilegítimas que mantiene con la región Andina, el MERCOSUR y América Central"

Así, conjugando esta búsqueda de cambios globales, con demandas específicas, los movimientos sociales están marcando el paso en la disputa por el sentido del nuevo rumbo que se libra en la región. 

Una panorámica sobre este complejo tema se presenta en la última edición de la revista América Latina en Movimiento, "Suramérica: Movimientos Sociales ante Nuevos Desafíos", Nº424-425

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