13/03/2007 - 17:29
IBLNEWS, AGENCIAS
Azteca, inca y maya son las tres civilizaciones antiguas de América que más reconoce la gente. Pero una nueva exposición permanente en un museo de Chicago recuerda que en este continente vivieron cientos de sociedades diversas, establecidas mucho antes de finales del siglo XV, cuando llegaron los exploradores europeos.
Los cazadores y recolectores del grupo estadounidense clovis perfeccionaron hace 13.000 años una lanza que podía perforar la piel de un mamut. La cultura tairona, en lo que hoy es Colombia, fabricaba joyería de oro, muy elaborada, hace 1.500 años. Y en el 500 de nuestra era, la ciudad antigua de Teotihuacán, en el centro de México, tenía más habitantes que Roma.
La exposición en el Museo Field, inaugurada en marzo y titulada "The Ancient Americas", requirió cinco años de trabajo, incluidas las encuestas que ayudaron a guiar a sus creadores. Marca una remodelación completa de las viejas exposiciones del museo, las cuales databan de 1950 y se enfocaban en la arqueología del continente.
Algunos datos eran incorrectos u obsoletos, de acuerdo con el personal del museo. Además, la vieja exposición no era suficientemente atractiva como para competir con la televisión, la internet y los viajes, otras opciones del siglo XXI para aprender sobre varias culturas americanas.
"Esto solía limitarse a una vitrina tras otra, llenas de objetos, y a un letrero tras otro que explicaba lo que se exhibía", dijo David Foster, director de administración del proyecto. "Había muy pocos medios para que el visitante entendiera a estas sociedades en todas sus dimensiones, que comprendiera lo que significaba un artefacto, por qué fue fabricado o cuál era su uso".
"The Ancient Americas" aplica una estrategia muy distinta.
Las exposiciones no están ya agrupadas por orden cronológico, sino según las estrategias que los antiguos americanos desarrollaron para responder a sus desafíos particulares.
Por ejemplo, una sección está dedicada a las culturas -como la civilización pueblo del sureste de Estados Unidos- que se establecieron en comunidades para cultivar la tierra y criar el ganado. Otra se dirige a las civilizaciones gobernadas por líderes poderosos, como los zapotecas de Oaxaca, México, donde el rey controlaba la milicia, la economía y algunos aspectos religiosos de la sociedad.
Los visitantes pueden consultar videos de arqueólogos que realizan labor de campo. Es posible presionar un botón para escuchar la lengua maya o seguir un camino en una ciudad antigua a través de una maqueta de vidrio.
Mediante los textos, es posible también conocer que los sacrificios humanos y el derramamiento de sangre eran características de algunas religiones en el continente.
La exposición busca disipar la idea de que la evolución cultural es necesariamente una señal de progreso.
Los visitantes aprenden, por ejemplo, que los cazadores-recolectores tenían mucho tiempo de ocio, pues sólo tenían que trabajar dos o tres horas diarias para conseguir su comida.
Algunas sociedades agrícolas igualitarias duraron siglos, en comparación con los 150 años aproximados del imperio azteca o inca, donde comunidades incluso apartadas debían pagar tributos a sus líderes.
El curador principal de la exposición, Jonathan Haas, confió en que la muestra ayude a que los visitantes aprecien los logros de los individuos y las civilizaciones de América del Norte, Central y del Sur.
"Estas culturas están mal representadas y entendidas por el público, y tenemos la responsabilidad de cambiar eso", dijo.
Además de las herramientas tecnológicas e interactivas, la exposición cuenta con 2.200 artefactos que representan más de 20 sociedades distintas. Todas las piezas provienen del amplio acervo del museo.
Entre los objetos se destacan:
-Más de 100 piezas de cerámica de la cultura moche, que vivió en la costa septentrional de Perú. Las vasijas estrafalarias y únicas muestran a la gente común de este grupo, y no los rostros genéricos e idealizados que suelen aparecer en la artesanía de otras sociedades. En una pieza, una mujer se inclina bajo el peso de un jarrón de agua que lleva sobre las espaldas, y en otra, un hombre y una mujer se abrazan.
-Una camisa de algodón a cuadros blancos y negros, usada probablemente por un funcionario inca de alto rango.
-Una especie de mochilas de madera usadas por las mujeres para cargar a sus hijos mientras trabajaban en los cultivos y una sandalia de bebé, piezas fabricadas hace más de 1.000 años.
-Una pequeña figura de jade que representa a un líder ataviado con un elaborado penacho de pieles, realizada por el pueblo wari, del sur de Perú.
-Numerosas vasijas de boca ancha, usadas para almacenar una bebida de maíz fermentado, servida por los líderes tairona en las grandes festividades.
Cerca del final del recorrido, una sala pequeña con una escultura rota aborda el primer contacto entre los indígenas americanos y los exploradores europeos.
El museo estima que en los primeros siglos después de la llegada de los europeos, un 90% de la población indígena total, que sumó alguna vez varios millones, había muerto, principalmente por enfermedades como la viruela.
La exposición concluye con una gran sala donde los visitantes pueden ver videos de artistas indígenas que mantienen vivas sus tradiciones culturales. Está previsto que el museo ofrezca también funciones de artes escénicas.
La parte final de la muestra exhibe también retratos de algunos descendientes de grupos indígenas, como el presidente de Bolivia, Evo Morales, y Wilma Mankiller, la primera jefa de la Nación Cheroqui.
"Usamos esta exposición para narrar la historia de la humanidad, de toda la humanidad", dijo Haas.
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