16 marzo, 2007

El monstruo que devora Venezuela

El Gobierno de Caracas ha fracasado durante sus ocho años en la lucha contra la corrupción

FRANCISCO PEREGIL (ENVIADO ESPECIAL) - Caracas - 16/03/2007

Al aterrizar en el principal aeropuerto de Caracas, si el extranjero pregunta a un agente de los que revisan los documentos del equipaje dónde se puede cambiar divisas, la respuesta puede ser la siguiente: "Ahí en el banco que ve al fondo le darán 2.150 bolívares por cada dólar. Ése es el precio oficial. Ahora bien, nada más pasar por esa puerta le ofrecerán cambio extraoficial hasta a 3.500 bolívares por dólar".

Y en la calle, con el típico amigo de un amigo, 4.000 bolívares por dólar. Casi el doble que el cambio oficial. Es sólo un pequeño tramo de la difusa línea de la ley que atraviesa las calles de Venezuela. En muchos supermercados no hay leche, las judías desaparecen como si fuesen de oro y el azúcar también. Ciertas carnes cuestan tres veces más que el precio regulado por el Gobierno de la revolución. Todo ello es consecuencia de que hay mucha gente que acapara los alimentos que el Gobierno reparte a precios muy baratos en los "mercados del pueblo" o mercales. Los acaparadores los venden después por tres, cuatro, cinco y hasta seis veces su valor. En las bolsas de azúcar se puede leer: "Contra la corrupción". En la prensa hay anuncios del Gobierno que advierten: "El acaparador es un criminal, se opone a la soberanía alimenticia del país". Y se recuerda que existen penas de dos a seis años de cárcel para quien acapare alimentos. Pero todo es en vano.

"Yo le hice una entrevista a Chávez hace unos cinco o seis años", recuerda el director del diario Últimas Noticias, Eliazar Díaz Rangel. "Y ya entonces el presidente me dijo que la corrupción es un monstruo de mil cabezas y que había que acabar con él. Después ha hecho varias exhortaciones a la Controlaría General [organismo que fiscaliza el trabajo de los funcionarios] para que actúe. Y hace poco llegó a decir por primera vez que iba a asumir personalmente la lucha contra la corrupción".

El diario que dirige Díaz Rangel ha publicado numerosos casos de corrupción. Los dos últimos, el pasado domingo. "Pero sólo ha habido un caso, que se produjo en enero del año pasado y estaba relacionado con una central azucarera, que haya terminado con varias personas en prisión".

Para Díaz Rangel la causa de tanto corrupto es simple: "Hay mucho dinero gracias al alto precio del petróleo y muy poco control". Buen momento para el periodismo de investigación, como señala el ex vicepresidente del Gobierno José Vicente Rangel, de 77 años, sin ningún parentesco con el director de Últimas Noticias, aunque ambos son íntimos amigos.

"Creo que se ha subestimado el tema", indicó en una entrevista esta semana con el diario El Universal. "Siempre ha sido tema de discurso, de retórica, pero no se ha ido al fondo. Se ha hecho mucho, pero es que la corrupción es un Estado dentro del Estado. Es más que eso, más que una cuestión política y económica, es cultural. Y aquí no se hace nada para educar a las personas en la cultura de la anticorrupción". Se ve que los ocho años en que Rangel ha sido vicepresidente no bastaron para reducirla. Cuando se habla con chavistas de extracción humilde casi siempre termina aflorando esta frase: "No es Chávez, son los otros. Él no tiene la culpa".

Para que todo quede debidamente registrado ante Hacienda, el venezolano que quiera comprar un libro, una radio o un teléfono deberá presentar su carné de identidad. Y el visitante, su pasaporte. No se puede sacar dinero de un cajero sin marcar el número de carné. Pero algunas operaciones multimillonarias parecen tramitarse de otra forma. El columnista de El Universal Nelson Bocaranda asegura que la empresa pública petrolera PDVSA llamó hace dos años a un amigo suyo, empresario antichavista, para pedirle que montara un campamento para unos asiáticos. "Recurrieron a él porque los de PDVSA ya habían perdido dos partidas de 900 millones de dólares en manos de gente afecta al chavismo. A mi amigo le pagaron la mitad del contrato en dinero en efectivo. La modalidad es colocar cada millón en una bolsa de papel marrón de las del pan, y al juntar 10 de ellas, envolverlas en una bolsa de plástico azul, como la del súper. Mi amigo llamó a un banco para que le enviaran un camión blindado porque pensaba que aquello era una trampa para asaltarlo al salir de la refinería. Pero no hubo asalto. Al terminar la obra le pagaron de igual manera la otra mitad. Y como único recibo, una hoja de papel blanco con un sello de tinta que dice PDVSA y una firma de un funcionario sin identificación".

Mercedes de Freitas, directora en Venezuela de la ONG Transparencia Internacional, se queja de que el Estado no dispone de información fidedigna sobre sus propias transacciones comerciales. "Y la poca información con que cuenta no la facilita. No hay buenas estadísticas en un país con tantos recursos. Además, la inmensa mayoría de las obras públicas se contratan por adjudicación directa".

Sin embargo, Freitas aprecia dos buenos signos: la "buena gestión" del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria y la mayor transparencia en la gestión municipal. "Pero eso no es suficiente. Nuestra historia está llena de discursos que dicen ahora sí nos vamos a ocupar de la corrupción. Queremos pasar de las palabras a los hechos".

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