Javier Rojahelis
Doris Atkinson se convirtió con la muerte de su tía Doris Dana en la nueva y solicitada albacea del legado de Gabriela Mistral.
En entrevista exclusiva, antes de partir al Valle del Elqui, conversó sobre el espíritu que la anima en este viaje a Chile y las sensibilidades que influirán en sus futuras decisiones.
Cuando Doris Atkinson estuvo en noviembre pasado en nuestro país no generó ningún titular ni apareció en ninguna noticia. En esa ocasión, se encontraba en un tour por Chile junto a su veterana amiga Susan Smith, que la había invitado a un viaje de placer y de observación de aves (Smith es ornitóloga) con el dinero de su reciente jubilación. Ahora, la historia es completamente distinta. Ella se encuentra por segunda vez en nuestro país y el hecho no ha pasado inadvertido para nadie. Con la muerte de su tía Doris Dana, ella se convirtió en la albacea de una valiosa y enorme cantidad de manuscritos inéditos, memorabilias y documentos de Gabriela Mistral. Un legado del que se espera que Atkinson dé su aprobación para que llegue a la tierra en que nació la poetisa.
En el hotel, que queda al lado del museo San Francisco donde en su anterior viaje aprovechó de mirar la medalla del Premio Nobel recibido por Gabriela, Doris Atkinson se dio un tiempo para hablar antes de partir al Valle del Elqui. Su último destino en este viaje de decisiones.
-¿Conoces algo de la obra de Gabriela?
-Sí, pero no leo en español, así que he leído a Gabriela sólo en inglés. Bueno, obviamente he leído sólo lo publicado, ya que lo inédito está en español. La mayoría de lo que sé de su obra lo he descubierto en los últimos tres meses durante el proceso de recopilar y de ver el tema de su patrimonio. Una persona que me ayudó mucho en esto fue Elizabeth Horan. A ella la encontré en Google cuando me puse la tarea de buscar a alguien de Estados Unidos que estuviera trabajando en la obra de Gabriela. La llamé y me auxilió mucho.
-¿Y qué imagen te hiciste de ella con lo que has leído y con lo que te contaba tu tía?
-Cuando pienso en Gabriela, que combinaba tres carreras fuertes y que toman toda una vida: educadora, poeta y diplomática... haber combinado esas carreras en una sola persona es algo extraordinario. Haber partido desde un pequeño villorrio y llegar a estar en contacto con líderes del mundo, haber tenido una voz tan potente después de la Segunda Guerra Mundial, un discurso sobre los derechos humanos. Espero que toda esta gama de expresión pueda tomar cuerpo una vez que se junte y se conozca todo su material y se vea ella en pleno.
-¿Tu tía te hablaba de la relación entre Gabriela y ella?
-Hay mucho sobre su relación que no conozco, Gabriela murió antes de que yo naciera. Y no conocí a mi tía sino hasta que tuve catorce años (en parte porque había un distanciamiento entre ella y mi madre por un tonta disputa familiar). Una de las cosas que más hablaba mi tía era cómo disfrutaba de ocuparse de las necesidades de Gabriela a medida que envejecía, a medida que su salud se hacía más frágil. Algo muy coherente con su vida ya que hubo una serie de personas cercanas a las que dio atención y cuidado al final de sus vidas. A Gabriela, a su propia madre, a su hermana que murió de cáncer, a su amiga Margit. Era una persona que daba cuidados y cariños muy especiales. Para mí era muy especial verla cuando hacía cosas por el resto. Por ejemplo, en el caso de su amiga Margit, que estaba casi ciega y sin memoria. Aunque Doris acababa de tener un ataque al corazón, iba diariamente al hogar de ancianos para asegurarse de que Margit comiera.
Una de las memorabilias más conmovedoras que encontré fue un pequeño frasco del medicamento que tomaba Gabriela para el corazón y una nota que Doris había escrito, instruyendo a otra persona que viajaba con Gabriela, en la que le indicaba que se cerciorara de que tomara su medicina. Se sentía orgullosa de que su mamá fuera enfermera y ella aprendió parte de esa forma de entrega al relacionarse con la gente. Mi propia mamá en vez de ser enfermera eligió ser doctora.
Un elemento clave para entender lo que Doris sentía por Gabriela tiene que ver con alguien que está dando cuidado y ocupándose de las necesidades más simples de otra persona y disfrutando de ese cuidado. Ese proceso terminó convirtiéndose, en el caso de ambas, en un proceso espiritual. Yo no creo que su relación pueda ser descrita con las palabras que corrientemente se usan en el lenguaje para describir una relación. Fue algo muy especial, único, singular. Fue más allá de cualquier definición.
-¿Es una conclusión a la que llegaste por lo que ella te contó?
-Sí, por cómo ella hablaba de Gabriela. El tipo de anécdotas que me contaba. Por ejemplo, en una ocasión que Gabriela se encontró acosada por la prensa y quería evadirla, entró a un restaurante que ya estaba cerrado y se sentó en una mesa. Nadie la pudo encontrar y tampoco mi tía, que empezó a buscarla como loca por todos lados. Cuando la encontró finalmente sentada en la mesa, Gabriela simplemente se echó a reír (Atkinson ríe también).
-En relación con el tema de convertirte en la albacea del legado de Gabriela, ¿tu tía no te preparó antes para esto?
-A veces me decía que podía ser otra persona la que se iba a encargar y a veces me decía que era yo. Realmente creo que ella quería dejar todas las decisiones tomadas antes de morirse, pero murió tan repentinamente que no alcanzó a hacerlo.
-¿Y tú no tuviste antes acceso a todo ese material?
-No directamente. Podía verlo, pero no leerlo o manipularlo. Ella misma no tenía mucho tiempo para revisarlo. En los últimos 6 ó 7 años de su vida ella estaba casi totalmente dedicada a ocuparse de su amiga Margit, ya que una vez que perdió la memoria requería de cuidados constantes. No tenía ni capacidad, ni tiempo para focalizarse en el material de Gabriela. Sin embargo, en ese tiempo recibió una serie de llamadas y contactos de chilenos preocupados por lo del legado y los derechos.
También en ese tiempo vino el tema de la repatriación de los restos de Yin Yin. Particularmente ese gesto me tocó muy profundamente. Eso me reveló mucho sobre el amor que hay en Chile por Gabriela. Que el Presidente de un país acompañara los restos de Yin Yin, viajando además una distancia que para mí era tan grande... me hizo sentir que Yin Yin tenía un padre. No conozco al ex Presidente Lagos, pero ya tengo una cálida y querida imagen de él gracias a ese gesto. También me conmovió mucho su esposa, que vino a visitar personalmente a mi tía. Lamento, en todo caso, no haber estado en su visita, sobre todo porque trajo de regalo mazapanes, que me encantan. Gestos como éstos me sirven de inspiración para mis decisiones.
-¿Qué es lo que te ha pasado o sorprendido en esta visita?
-Qué es lo que no me ha pasado debería decir... no usaría la palabra ni sorprendida, ni impresionada, sino encantada. Cuando caminé por La Moneda hace algunas tardes atrás, vi esas banderolas colgadas del día internacional de la mujer que decían "no es un sueño". Eso es lo que me repito ahora: "no es un sueño". Lo que quiero decir es que ha sido una visita extraordinaria para mí. Es el disfrute universal que he podido palpar en todos ante la perspectiva de reunir completamente la obra de Gabriela en su país. Es extraordinario ver cómo, en cada reunión, en las caras que he visto de cada persona hay una luz ante la posibilidad de que esa perspectiva se realice. Y sé que estoy en este papel, en este rol, por azar.
-¿Sientes ese rol como algo pesado?
-No lo siento como algo pesado, sino profundo. Es una gran responsabilidad. Pero la comparto con una gran cantidad de personas en toda mi vida. Por ejemplo, por parte de mis amigos, con los que he hablado y les he preguntado: "¿Qué puedo hacer?". A lo que me responden: "Claramente ella tiene que volver a Chile, ella pertenece a Chile". El círculo de personas que conozco tiene ese pensamiento en general. Y he tenido la suerte de que me acompañara nuevamente mi amiga Susan Smith, que además habla español. Cada vez que he tenido alguna duda, ella me dice: "No, no, el legado tiene que quedar acá".
Ciertamente para mí no es una decisión que pueda tomarse a nivel intelectual solamente. Tal vez el que no lea español es casi una ventaja en este caso. Porque significa que tengo que prestar más atención a mi corazón que a mi mente. Tampoco soy una erudita en Mistral, ni una estudiosa de su historia. Todo eso me coloca en una buena posición para este papel de albacea.
Chile como único candidato
Doris Atkinson comentó que se llevó una muy buena impresión de las instalaciones de los archivos de la Dibam: "El profesionalismo en el centro de restauración y conservación es muy bueno y eso me da confianza. La organización física, la salvaguarda de los materiales... ciertamente habrá que hacer un trabajo considerable para tratar el enorme volumen que llegará eventualmente". De hecho, para trasladar el material hasta el lugar donde está almacenado en Estados Unidos ahora se necesitaron cuatro viajes de un auto absolutamente lleno. Además Doris ya había mandado por correo aproximadamente 500 kilos de documentos. Una gran parte fueron microfilmados en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
Entre los pasos a seguir de Doris Atkinson, en cuanto a lo legal, está la redacción de un borrador del instrumento de donación en el que se nombrará al receptor o beneficiario oficial del legado de Gabriela. El documento será revisado por sus abogados y por los del receptor y todo eso deberá estar concluido antes del período inminente de 6 meses que establece la ley norteamericana. Hay que recordar que el tema de la donación tiene que recaer, según las leyes norteamericanas, en una institución de beneficencia que además sea aprobada por el gobierno estadounidense. "La decisión del beneficiario no la he tomado, necesito darme el tiempo tranquilamente en casa, para absorber la enorme cantidad de información que se me ha dado. El tema para mí es cerciorarme de que los aspectos legales sean sólidos y se cumplan y decidir dónde, dentro de Chile, debería llegar el material. No estoy considerando ningún lugar fuera de Chile".
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