14 julio, 2007

La mujer del carmenere

Revista Qué Pasa
NEWSLETTER | Edición sábado 14 de julio de 2007

Hoy Concha y Toro está trabajando fuerte en el Valle del Limarí, el único donde no tenían producción propia. Luego de haber comprado los activos de la ex Francisco de Aguirre (hoy Maycas de Limarí), la firma decidió transformarla en un ícono: "La idea es hacer una viña super premium", adelanta Guilisasti.

Un nuevo desafío se impuso Concha y Toro, la principal viña del país: desarrollar a gran escala el carmenere. Hace algunas semanas el famoso crítico Robert Parker le otorgó 97 puntos a Carmín de Peumo, un vino premium de esa cepa. Isabel Guilisasti, una de las dueñas de la bodega, lidera este proyecto. Aquí cuenta las razones de la apuesta.

Por  Lorena Ampuero
Foto  Maglio Pérez
 
Hace sólo algunas semanas, el crítico de vinos más influyente del mundo, Robert Parker, entregó su boletín bimestral. Por primera vez incluyó un reporte especial sobre Chile. De las 278 etiquetas nacionales catadas, el hombre de la nariz del millón de dólares otorgó 97 puntos (de 100) a Carmín de Peumo, el carmenere ícono de Concha y Toro. Esa botella pasó de un minuto a otro a tener el puntaje más alto entre las nacionales en la prestigiosa revista The Wine Advocate.

El dato no es menor. Aún se recuerda lo ocurrido con la bodega O Founier en España. Obtuvo 90 puntos con "Urban": en 30 días desaparecieron las 60 mil botellas que circulaban en el mercado. 

En la familia Guilisasti, dueña de Concha y Toro, el puntaje de Parker los llenó de satisfacción. Uno, porque sienta un precedente en la historia de la compañía y en el sector vitivinícola nacional. Y dos porque reconoce al carmenere como una cepa diferenciadora. Para quienes están en el mercado, los Guilisasti pueden pasar a la historia como los visionarios que transformaron el carmenere en sinónimo de Chile.

Isabel Guilisasti, gerente de marketing de vinos de origen de la centenaria viña, ha liderado este proyecto. Licenciada en Arte de la Universidad Católica y con estudios superiores en marketing en la Adolfo Ibáñez, desde 2001 tomó además el desafío de revitalizar las marcas premium y ultra premium. El Carmín de Peumo va en esa línea. Cada botella vale $ 50.000 y hoy es el más caro de la compañía. Al año se producen 500 cajas y este año se duplicarán.

"Este puntaje es un reconocimiento a un trabajo que venimos haciendo desde hace varios años con el carmenere y la valida como una cepa interesante, ya que entrega vinos de una extraordinaria calidad. Este premio nos ayudará a posicionarla", reconoce Isabel Guilisasti en entrevista con Qué Pasa.

De paso también consolida a CyT como una marca global. Ya en el año 2001 el selecto grupo de viñateros del planeta -los Kendall-Jackson, Mondavi y Baron Philippe de Rothschild- que ocupa un espacio muy exclusivo en Vinexpo decidió incluir a un nuevo integrante: Concha y Toro. La invitación fue muy bien recibida por los Guilisasti. Hace 30 años que habían tomado la decisión de salir al exterior a buscar nuevos clientes y dejar de ser una bodega sólo centrada en la producción a gran escala. Incluso, hasta hoy el gerente general, Eduardo Guilisasti, no deja de visitar a los proveedores en distintas partes del mundo y viaja por lo menos dos veces al año a empaparse de las nuevas tendencias.

En esta línea apostaron fuertemente por elevar la calidad de sus vinos creando marcas poderosas -como Don Melchor, en 1987-, pero sin descuidar el segmento masivo, que es la base de su negocio y donde operan con Casillero del Diablo, que los ha hecho ampliamente conocidos en diversos mercados.

Hoy Concha y Toro es la tercera marca vitivinícola más poderosa del mundo, según el estudio "The Most Powerful Wine Brands" elaborado por la consultora Intangible Business, siendo superada sólo por las gigantes estadounidenses Gallo y Hardy's.

El carmenere

Fue en 1994 cuando la viñatera nacional decidió poner sus fichas en esta cepa, que había surgido en los viñedos de Burdeos en el siglo XIX. En 1860, luego del devastador ataque de la filoxera, prácticamente desapareció del mapa. Cien años después sólo se reportaron 14 hectáreas en todo el país galo.

A Chile llegó de la mano de empresarios que viajaron a Burdeos en busca de las mejores cepas tintas. Por muchos años se confundió con el merlot. Incluso la llamaban "el merlot tardío", porque se cosechaba en mayo. Pero en 1994, el experto en cepas Jean Michel Boursiquot la identificó como carmenere.

Concha y Toro internalizó rápidamente la noticia y asumió que había que impulsar el desarrollo de esa cepa en Chile, por lo que ese mismo año inició la identificación de esos viñedos. En 1998 y bajo la supervisión del enólogo Ignacio Recabarren, la compañía lanzó su primer vino Ultra Premium Terrunyo Carmenere.

"Considerábamos que a Chile le faltaba una cepa diferenciadora. No estamos en el juego de si es o no es una cepa emblemática -el cabernet sauvignon lo es-; el carmenere juega otro rol. Apostamos por ella porque creemos que le otorga valor a Chile como país productor", enfatiza Isabel Guilisasti.

Por eso ya hay 627 hectáreas con esta variedad, lo que representa el 15% de las cepas tintas que tiene toda la compañía. En el  mercado norteamericano -uno de los principales puertos de destino junto a Inglaterra y Brasil-, el carmenere desplazó al merlot, pasando a ser la segunda variedad en la línea Casillero del Diablo, después del cabernet sauvignon.

Y aunque su relevancia es indiscutible, Guilisasti es enfática al señalar que "existe en el mundo lo que se llama los fabulous four que son las variedades ampliamente plantadas y de mayor consumo: el cabernet sauvignon, el merlot, el chardonnay y el syrah. El resto de las cepas entran en el concepto de variedad diferenciadora, entonces es muy difícil que algún día el carmenere llegue a ser como el cabernet sauvignon, que tiene un desarrollo de 100 años".

Vinos de clase mundial

Los Guilisasti conocen de terroir. Su empresa está presente en todos los valles vitivinícolas de Chile y por eso han optado por desarrollar marcas de calidad. "La rentabilidad (como margen operacional) de los vinos premium es mucho más alta; se mueve en torno al 30%", dice Guilisasti.

Recuerda que en 1987 se concentraron con fuerza en Puente Alto y lanzaron Don Melchor. "Esa zona fue identificada como uno de los 25 viñedos del mundo por Wine Spectator", agrega. Pero nada es al azar. En la empresa cuentan con fotos satelitales para saber con precisión el estado de las plantas y cuándo hay que cosechar.

Adicionalmente, suman una red comercial y de distribución de lujo. "Tener presencia en 115 países no es menor. Trabajamos con algunos distribuidores desde hace 30 ó 40 años. Por ejemplo, en Sudamérica estamos con la familia Motta en Panamá y en Estados Unidos con los Banfi", dice.

Hoy están trabajando fuerte en el Valle del Limarí, el único donde no tenían producción propia. Luego de haber comprado los activos de la ex Francisco de Aguirre (hoy Maycas de Limarí) en US$ 17 millones, Concha y Toro decidió transformarla en un ícono de los premium. "La idea es hacer una viña super premium. En septiembre lanzaremos la línea reserva especial de las variedades chardonnay, syrah, cabernet sauvignon y sauvignon blanc", adelanta Guilisasti.


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