12 julio, 2007

Crece el respeto social del español en el suroeste de Estados Unidos

Miércoles, 11 julio 2007
IBLNEWS, AGENCIAS

Hablar español ya no tiene el estigma social que hasta hace 25 años tenía en el suroeste de los Estados Unidos, ni se asocia al español con bajos ingresos o poca educación, revela un estudio de la Universidad de Colorado en Denver.

Según el doctor Devin Jenkins, un análisis comparativo de los datos del Censo de 1980 y 2005 indica que "los tiempos están cambiando en el suroeste del país" y ya no existe una correlación directa entre hablar español y tener poca educación y bajos ingresos.

"Hace poco más de dos décadas los estudios mostraban que las familias que hablaban español en sus casas por lo general ganaban menos dinero y tenían menos educación que sus vecinos que hablaban inglés", comentó Jenkins ayer durante la presentación del reporte.

"Pero ahora la llamada 'lealtad lingüística' ya no tiene el costo socioeconómico que antes tenía", afirmó.

Jenkins llegó a esa conclusión luego de analizar los cambios entre 1980 y 2005 de cuatro factores demográficos en el suroeste del país: cantidad (número de hispanohablantes), densidad (porcentaje de hispanohablantes), lealtad (latinos que usan el español en su casa) y retención (porcentaje de familias hispanas en las que tanto los adultos como los niños hablan español).

Según el catedrático, existe una correlación obvia entre el número de hispanos y la cantidad de los mismos que habla español: a mayor número de latinos más hispanohablantes.

"Pero la otra correlación que en algún momento también se vio como obvia, la de hablar español y tener menos educación y menos ingresos, ya no resulta tan obvia", puntualizó.

Por ejemplo, mientras que en 1980 podía esperarse que las zonas de mayor densidad de hispanohablantes en los estados de Arizona, California, Colorado, Nevada, Nuevo México y Texas fuesen a la vez las zonas con alto porcentaje de personas sin un diploma de la escuela secundaria, esa correlación ya no es tan clara en 2005.

Otros elementos que antes se asociaban directamente con hablar español, como pobreza, falta de estudios universitarios, familia numerosa o desempleo, ahora ya no se relacionan con el idioma o lo hacen de una manera significativamente menor.

Para Jenkins, la diferencia entre la situación de los hispanohablantes en el suroeste de EE.UU. en 1980 y en la actualidad surge por dos factores claves: la inmigración masiva de hispanohablantes y el creciente bilingüismo de los latinos en las principales ciudades del suroeste del país.

Entre 1980 y 2005 prácticamente se triplicó el número de hispanos en los estados del suroeste, de 8,8 millones a unos 25 millones en la actualidad.

Nevada fue el estado que experimentó el mayor aumento en el número de hispanos, con casi el 1.000 por ciento desde 1980. Por otro lado, Nuevo México tuvo el crecimiento menor, con sólo 72 por ciento.

Eso significa, explicó el catedrático, que prácticamente no se han producido cambios en la situación de los hispanohablantes a lo largo de la frontera méxico-estadounidense sino que esos cambios se dieron en estados del interior, como Nevada y Colorado, y especialmente en las ciudades ubicadas junto a las principales carreteras interestatales.

En Colorado, por ejemplo, una de cada cinco personas habla español, y una de cada cuatro lo hace en la zona metropolitana de Denver.

Pero, si se analizan los datos de la lealtad lingüística, se descubre que en la mayoría de las ciudades ubicadas a lo largo del corredor de la carretera I-25, desde Fort Collins al norte hasta Colorado Springs al sur, menos del 60 por ciento de los hispanos sigue hablando español como único idioma en su casa o se lo enseña a sus hijos.

Esos datos indican que muchas familias latinas, aunque no abandonan el español, aprenden inglés y utilizan ambos idiomas.

La combinación del crecimiento demográfico con un mayor bilingüismo ha hecho que cambien los factores socio-económicos que antes representaban un estigma para los hispanohablantes.

La nueva percepción sobre el uso del español tiene consecuencias directas en las áreas de empleo, comercio, comunicaciones y educación, aseveró Jenkins, para quien esas consecuencias "deberían estudiarse en detalle".

En 2005, en la reunión anual de la Asociación de Lingüistas del Suroeste (que se realizó en Lubbock, Texas), Jenkins presentó una versión inicial de su estudio. La monografía final está siendo revisada por un panel universitario y será publicada próximamente.

"Sea como fuere, nuestro estudio muestra que ya no es una cosa mala hablar español en la casa o permitir que los hijos lo hablen", concluyó.

© IBLNEWS. New York 2007

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