30 agosto, 2007

Rusia ante nuevos aires de guerra fría

Actualizado 10:30 A.M. (hora local)

  La Habana, jueves 30 de agosto de 2007. Año 11 / Número 241

Periódico Granma
JORGE PETINAUD MARTÍNEZ

MOSCÚ.— Rusia ratificó su voluntad de restablecer el orden multipolar en las relaciones internacionales con el reinicio del patrullaje permanente de su aviación estratégica sobre regiones alejadas del planeta, tras un intervalo de 15 años.

Cuando el presidente, Vladimir Putin, explicaba por televisión la importancia de esa medida para la seguridad nacional, millones de rusos recordaron la advertencia del teniente general Leonid Ivashov de que la guerra fría está de nuevo en marcha.

Vicepresidente de la Academia de Problemas Geopolíticos, Ivashov señaló como primer indicio al respecto el deterioro de los nexos entre Estados Unidos y Rusia, en particular en la esfera política.

Al referirse a Europa, el académico sugirió que además de su reciente moratoria sobre el cumplimiento del Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales (FACE), Rusia debe suspender la cooperación con la OTAN.

Sostuvo también la necesidad de establecer un nuevo sistema de seguridad y, sin dejarse arrastrar a la carrera armamentista, centrar esfuerzos en la búsqueda de respuestas asimétricas.

El vuelo simultáneo de 14 portamisiles estratégicos, naves de apoyo y de reabastecimiento, hasta sumar un total de 20 aparatos de combate, parece ser parte de la solución que sugiere Ivashov.

Desde ahora cada grupo operativo estratégico se mantendrá en el aire durante 20 horas y actuará en interacción con la Marina de Guerra, explicó Putin en su intervención por la televisión.

Vuelan sobre los océanos Atlántico, Pacífico, Glacial Ártico y el Mar Negro en cooperación con aviones cazas y de radiolocalización a larga distancia.

Esta decisión resulta coherente con el punto de vista sustentado por el mandatario ruso en febrero pasado en la 42 Conferencia Internacional sobre Seguridad de Munich, Alemania, de que el modelo unipolar en el mundo contemporáneo es inadmisible e imposible.

Insistió sobre el tema en un encuentro reciente con militares en el Kremlin a propósito del inicio de maniobras castrenses en todo el territorio ruso por primera vez después de 25 años, en la que relacionó las actuales amenazas de Occidente contra la Federación.

Son vientos de guerra fría la presencia de la OTAN cerca de las fronteras, el emplazamiento del escudo antimisil estadounidense en Polonia y la República Checa, así como la dilación en la ratificación del Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), dijo. Este último acuerdo, adoptado en 1999, solo ha sido ratificado por Rusia, Belarús, Ucrania y Kazajstán.

Tal situación explica por qué Moscú invierte casi 200 mil millones de dólares para dotar a la aviación, ejército, flota y tropas coheteriles de técnica avanzada, mientras desarrolla sistemas multipropósitos como el global de navegación satelital GLONASS.

A ese tenor, y como resultado de un rearme que cuesta a Moscú mucho menos que los 716 400 millones de dólares que invertirá Washington este año en gastos bélicos, las tropas rusas acaban de someter a prueba sus posibilidades en complejas maniobras.

Novedoso armamento demostró su eficacia en el Cáucaso, los mares del Norte y de Barents, el Artico, el Lejano Oriente y los Urales, escenario este último de las maniobras Misión de Paz-2007 de las tropas conjuntas de la Organización de Cooperación de Shanghai.

En este contexto geopolítico Rusia puso en disposición combativa un sistema defensivo aeroespacial sin parangón en el mundo, el S-400, capaz de derribar de manera simultánea 12 objetivos aéreos de cualquier tipo desde una altura de 10 metros hasta los 30 kilómetros.

A su vez y por primera vez en la historia, dos brigadas de infantería fuertemente armadas escalaron la mayor altura europea, el monte Elbrus, de 5 642 metros de altitud en el Cáucaso Norte, como parte de un ejercicio antiterrorista.

Los especialistas consideran parte de la estrategia político-militar de Rusia el descenso por primera vez de una expedición hasta el lecho del océano glacial Artico, donde el pabellón ruso quedó colocado justo debajo del Polo Norte.

Coinciden estos acontecimientos con una bonanza económica en la que Moscú devino primer exportador de gas del planeta y el segundo de petróleo tras Arabia saudita, con siete millones de barriles diarios.

En estas circunstancias, las fuerzas armadas y el complejo militar industrial experimentan una verdadera recuperación, y el país más extenso del planeta demuestra con su poderío que no tiembla ante los nuevos vientos de guerra fría. (PL)

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