Granma, La Habana, lunes 26 de febrero de 2007. Año 11 / Número 57
KATIA SIBERI AGARCÍA
Para los cubanos, inmune es una palabra común hace 45 años, pero antes era una utopía con la que no pocos científicos y hombres de bien soñaban. Fue en febrero de 1962 cuando un caramelo cargado de sabiduría era saboreado por los niños que entonces podrían correr sin temor a la invalidez, a la poliomielitis.
Hoy, gotas de la vacuna inmunizan a cada niño cubano menor de 9 años.
Lo que comenzó en 1962 con la erradicación de la poliomielitis se convirtió en característica de nuestro sistema, pues hoy muchos coinciden en señalar a Cuba como el país más vacunado del mundo, donde el Estado protege a sus niños, de manera gratuita, contra 13 enfermedades.
Miles de pequeños no comprendieron quizás el porqué de ir al médico en busca de una golosina. Tanta grandeza en poco espacio fue para muchos magia. Caminar, vivir¼ estar sanos gracias a un caramelo debió parecerles cuento de hadas. Pero nada más alejado de la realidad.
La Revolución emprendía la primera de las infinitas campañas para inmunizar a su pueblo. No eran hadas, eran hombres y mujeres preocupados y dispuestos. Tampoco era un cuento. Fue tan real que hoy, por si necesitara de mayores aclaraciones continúa mostrándose.
La poliomielitis no se asociaría más al sufrimiento. La prevención imprimía aires de tranquilidad. Atrás quedaban los 1 162 casos detectados entre 1957 y 1961 en los que el 76,6% de los enfermos eran niños menores de cinco años. Esas cifras no acompañarían jamás a la infancia cubana.
Resultaba lamentable que ningún medicamento pudiera contrarrestar los efectos en las víctimas de esta enfermedad que en ocasiones, además de invalidez de músculos, puede causar la muerte. Debía la Revolución cubana, con los especialistas de Salud al frente, impedir que tales secuelas se volvieran constantes cada año. Para ello la campaña masiva iniciada este día de1962.
Además de las dificultades que el sistema sanitario experimentaba debido al éxodo del 50% de sus médicos, enemigos de la Revolución intentaban confundir a las madres para evitar la inmunidad de sus hijos. Adversidades en la transportación de la "vacuna-caramelo", que requería de bajas temperaturas para no perder efectividad, y su rápida conducción a los lugares más apartados de la nación, fueron otros de los desafíos que se debieron enfrentar.
El éxito de la primera campaña contra la poliomielitis fue corroborado incluso por Albert Sabin, descubridor de la vacuna antipoliomielítica oral (OPV), en una visita a nuestro país. La reducción, y posteriormente la erradicación definitiva de la enfermedad en todos los lugares del país, demostraría el verdadero logro de una labor humanitaria que reclamó la colaboración de varias organizaciones, pues miles de voluntarios de los CDR, e integrantes de la FMC y la ANAP se unieron en la primera gran tarea de salud.
Solo 46 casos se detectaron en 1962. Pudiera parecer elevada la cifra, pero bastaría compararla con los 288 y 342 enfermos en 1959 y 1961, respectivamente. Era incuestionable, la primera campaña antipoliomielítica marcaba la diferencia. Más de 2 millones de niños y adolescentes menores de 15 años fueron vacunados.
En aquella ocasión se alcanzó una cobertura del 87,5%, el porcentaje de la población destinataria. La prensa de la época hablaba de los logros y explicaba los beneficios. Las posibilidades de contraer el virus una vez vacunados era de una frecuencia mínima: 1 de cada 3 600 000.
Teniendo en cuenta la incidencia de la poliomielitis hasta 1962, especialistas cubanos afirman que entre ese año y 1970 se previnieron 1 200 casos de parálisis y 200 defunciones.
Año tras año la sistematicidad cubana de esta campaña preventiva ha convertido la poliomielitis en enfermedad erradicada. Sin embargo, a pesar de que hace más de medio siglo la humanidad dispone de este tratamiento inmunizador, todavía se conoce de niños invalidados por esta causa en otros lugares del mundo.
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