NELSON CONCEPCIÓN PÉREZ
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El plan de Occidente hacia lo que se llamó Yugoslavia comenzó a materializarse con la desintegración del país balcánico, y ha continuado con el tratamiento a Serbia como país derrotado luego de los bombardeos de Estados Unidos y la OTAN en 1999, y parece no concluir hasta que la provincia de Kosovo se separe completamente.
Por ahí andan las cosas ahora que se han celebrado elecciones parlamentarias, y Europa está alarmada por el hecho de que el Partido Radical Serbio (PRS) ha sido el más votado, aunque no lo suficiente como para formar Gobierno, lo que sí pueden hacer las demás agrupaciones políticas. El PRS ha decidido mantenerse como principal opositor, con 81 de los 250 escaños parlamentarios.
Sin embargo, lo que no puede ignorar Occidente es que, siete años después de la escisión de la Federación Yugoslava y de los augurios de una apertura total hacia sus vecinos europeos, casi un 30% de los votantes serbios lo hizo por los radicales, quienes se oponen al ingreso a la OTAN, y defienden que Kosovo, cuna de la civilización serbia, debe continuar formando parte de ese Estado, como lo establece la Constitución.
No debe olvidarse que entre los más de 2,5 millones de personas que dieron su voto al Partido Radical Serbio, están quienes tuvieron que abandonar Kosovo por los bombardeos de la OTAN. Ellos, que perdieron sus tierras, sus casas y hasta muchos de sus familiares, hoy viven como refugiados en su propio país.
Esas personas fueron y aún son víctimas de la concesión que hicieran las autoridades yugoslavas de entonces —alto precio pagado para que Estados Unidos pusiera fin a los ataques—, y que propiciaron la entrada a Kosovo de un continente militar de 28 000 hombres, 17 000 de los cuales todavía permanecen allí, en un territorio convertido en una de las mayores bases militares norteamericanas en la región.
La OTAN, que bombardeó durante 78 días y noches al territorio serbio, ahora le brindó la zanahoria para que el país ingresara a su llamada Asociación para la Paz, fórmula que lo obliga a cumplir todas las exigencias de la Alianza, antes de su ingreso pleno a la misma.
Vale también recordar por estos días que el ahora responsable de la política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, el mismo que en 1999, como secretario general de la OTAN, cumplió la misión norteamericana de dar vía libre a los bombardeos, ha declarado que tras los comicios legislativos de la pasada semana, "los partidos democráticos serbios deben unirse contra los radicales" porque estos últimos se oponen al ingreso a la agrupación militarista dirigida por Estados Unidos.
Las condiciones neoliberales impuestas a Serbia en el último decenio han hecho de su desarrollo una asignatura pendiente. El pasado año el país tuvo un déficit comercial de 6 020 millones de dólares, un 10,5% mayor que en el 2005.
La elevada tasa de desempleo en época postyugoslava se constata en que en el 2001 el paro afectaba a unos 3,2 millones de personas (21% de la población laboralmente activa) y ya en el 2005 esa cifra subió a un 27%, y un 10% de ellos está viviendo en la extrema pobreza.
La conclusión generalizada de analistas de la región es que no hay ninguna fuerza política en Serbia que esté dispuesta a asumir la responsabilidad por la secesión de Kosovo.
Ahora kosovares, serbios y europeos todos, están pendientes del informe sobre el futuro estatus de esa provincia, presentado por el enviado especial de la ONU, Martti Ahtisaari.
La propuesta, filtrada hacia algunos medios informativos, contempla una independencia (aunque sin ese nombre) supervisada por la Unión Europea.
El primer ministro serbio, Vojislav Kostunica, calificó de ilegítima la propuesta del mediador de la ONU, porque es "violatoria de la Carta de la ONU y de los principios del Derecho Internacional".
En esa nación, todo el Gobierno, el Parlamento, los partidos políticos y el pueblo serbio son contrarios a la secesión que quiere imponer Estados Unidos y la incondicional Unión Europea.
Kosovo se encuentra bajo la administración provisional de la Misión de Naciones Unidas desde que finalizó la guerra en 1999, de acuerdo con la Resolución 1 244 del Consejo de Seguridad, la que especifica que permanece como parte de Serbia.
La situación allí es crítica: un 37% de la población vive en la pobreza, de la que el 15% se encuentra en la extrema miseria, según el Banco Mundial. El desempleo oscila entre el 42% y el 45%.
El presente y el futuro, como vemos, es y seguirá siendo una incertidumbre para ese espacio geográfico de los Balcanes¼
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