En 2004,              cuando Google anunció que digitalizaría 15 millones de libros y que              los pondría a disposición de los internautas por medio de Google              Search Books, los editores y autores se miraron con preocupación.              
  "¿Qué pasará con nuestros derechos?, se preguntaron. Otro              interrogante surgió en las bibliotecas nacionales: "¿Qué lengua y,              en definitiva, qué cultura dominará con esa              herramienta?"
  Dice Jen-Noël Jeanneney: "Un libro no es un              objeto que sale así, de la nada; es el representante de un cierto              tipo de cultura", dice con firmeza Jean-Noël Jeanneney, que fue              director de la principal radio pública francesa y hoy es presidente              de la Biblioteca Nacional de Francia.
  Y agrega: "No se puede              dejar a Google todo el manejo de la cultura". Habla un              historiador.
  Patricio              Arana*
  El autor del libro Cuando Google desafía a              Europa, en rigor no se opone a Google, sino que no comulga,              aclara, con la forma en que el famoso portal ofrece los resultados              de una búsqueda sobre algún tema.
  "Por supuesto que estoy              feliz cuando se enriquece la oferta de libros en internet: eso es un              progreso formidable", admite, comparando la invención de la Red con              la imprenta de Gutenberg. "Es una manera posible de poner fin a esta              injusticia, o desigualdad, que existe entre los que tienen un fácil              acceso a las bibliotecas y librerías, y los que no lo              tienen".
  En mayo de 2005, Jeanneney publicó su pequeño libro              para impulsar un debate en la opinión pública. En 2006, sacó una              segunda versión actualizada, prueba de que su iniciativa tuvo éxito              en Francia. En el medio, varios editores iniciaron acciones legales              contra Google, y los políticos de Europa, alentados por la adopción              de la declaración universal de la UNESCO sobre la diversidad              cultural, dieron apoyo económico a los proyectos destinados a              contrarrestar la iniciativa del portal.
  Es así que, luego de              Google Search Book y de su joven competidor, Live Search Book, de              Microsoft, nació la biblioteca digital europea, The European Library              (www.theeuropeanlibrary.org ), que propone los fondos de diferentes              bibliotecas nacionales europeas en veinte              lenguas.
  –¿Cómo definiría el sistema de búsqueda              de libros propuesto por Google?
  –Es una              selección de libros y una manera de presentarlos. Sin lugar a dudas,              esta oferta será organizada sobre la base de dos ejes: primero,              habrá una oferta mayoritaria anglosajona, y segundo, este motor de              búsqueda vive de los beneficios de la publicidad. Como yo lo              entiendo, no hay nada malo ni en lo primero ni en lo segundo. Pero              estoy inquieto por el principio de monopolio. Google es una empresa              que funciona con un clima estadounidense, anglosajón, y con la              búsqueda de beneficios, es decir, la publicidad. Y desde que cotizan              en Wall Street es más que evidente.
  –Pero al mismo              tiempo se alegra por el proyecto.
  –Nos alegramos              por la iniciativa de Google. No obstante, nosotros queremos una              oferta diferente. Hice búsquedas en Google Search Book sobre Victor              Hugo. Encontré veinte libros en inglés y uno en alemán. Y recibí una              carta de un editor inglés que me contaba que había hecho una              búsqueda sobre Grandes esperanzas, de Charles Dickens, y en              el resultado apareció un vínculo publicitario para una empresa              organizadora de casamientos. No tengo ganas de que al lado de El              Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, aparezca un vendedor de              zapatos y al lado de Viaje al fin de la noche, de Louis              Ferdinand Céline, uno de medialunas.
  –Y qué es lo              que propone con el proyecto Gallica, la biblioteca digital francesa,              o con el europeo?
  –Un libro no es un objeto que              sale de la nada; es el representante de un cierto tipo de cultura y,              en especial, es el representante de todos aquellos libros que no              fueron digitalizados y puestos online. ¿Por qué ese libro y no los              otros? ¿Cómo será presentado? La cultura no es simplemente un              conjunto de pequeños granos de arena. La cultura son conjuntos              geológicos majestuosos organizados de cierta manera.
 
  –¿Cree que el proyecto europeo podrá tener más              peso que los otros?
  –No digo que es necesario              que haya un monopolio de una biblioteca universal europea, sino que              haya una competencia entre diferentes tipos de oferta que pueda              aguijonear los espíritus críticos. Bien me gustaría que si usted              hace una búsqueda sobre la guerra de Indochina el punto de vista              francés esté presente, además del norteamericano (de EEUU). Le doy              un ejemplo: si hago una búsqueda sobre la Revolución Francesa, no              tengo ganas de que sólo aparezca en primer lugar Historia de dos              ciudades, de Charles Dickens; me gustaría que figure Noventa              y tres, de Victor Hugo. 
  "Quiero asegurarme de que haya              una diversidad suficiente. Si busca algo sobre Cervantes, me parece              más importante que encuentre algo comentado por un español, en lugar              de por una universidad de Wisconsin".
  El asunto de la              diversividad y las peculiaridades
  –Recuerdo una cifra              que va en el sentido de lo que usted afirma sobre la diversidad.              Gran Bretaña no llega a traducir ni el uno por ciento de la              producción editorial en español.
  -Es un problema. Los              novelistas hispanos son más traducidos al francés que al inglés, y              los franceses son más traducidos a lenguas mediterráneas que al              inglés. En Estados Unidos traducen muy poco, son muy insulares y a              la vez muy planetarios en su influencia cultural. Ojo, lo anglosajón              no es el diablo, y me interesa saber qué es lo que dicen allá sobre              Europa; simplemente, no quiero que a través de Internet se              reproduzca ese desequilibrio. 
  "El nuestro es un proyecto              colectivo europeo; los chinos ya están digitalizando sus textos, los              indios también, la biblioteca de Alejandría también. Tiene que haber              una verdadera diversidad, con un fondo hispanohablante, otro              lusófono y sucesivamente".
  –¿Es una              lucha?
  –Si quiere llamar así al hecho de que              queremos que el mundo de mañana esté marcado por la diversidad,              entonces, sí: es una lucha. Una resistencia. No atacamos a Google,              sólo creo que no tenemos que dejar a Google todo el terreno libre.              También se ven rápidamente los inconvenientes de un monopolio, se ve              en la arrogancia de Google, en especial hacia los editores, con la              digitalización sin permiso de libros con              derechos.
  –En Bélgica, justamente, la justicia              condenó a Google por no respetar los derechos de              autor.
  -El derecho de autor y el derecho moral              son algo esencial. Los editores tienen un fin comercial, pero              también ofrecen un servicio público, y para ello tienen que estar              protegidos; es por eso que van a ser incluidos en la biblioteca              europea, pero con su pleno acuerdo.
  –Esta              revolución digital ¿puede influir en un futuro sobre la existencia              del libro tal como lo conocemos?
  –No lo creo.              Durante mucho tiempo existirán, por un lado, el libro, y, por el              otro, su versión digital. Es un uso complementario. Pienso que el              libro, con su forma, el tacto, el olor y ese diálogo particular que              tenemos con el objeto durará mucho tiempo. Los diarios quizás estén              más amenazados que los libros, porque los diarios se tiran, son              instantáneos, no se los necesita en las              bibliotecas.
  –Ya que usted estuvo vinculado a los              medios de comunicación, en especial como director de la principal              radio pública francesa, es historiador y se interesó particularmente              en la evolución de la prensa. Dígame, ¿cuánto afecta desde su punto              de vista la prensa gratuita a la prensa              paga?
  -Para darle una imagen fuerte, le diré que              siempre habrá agua de la canilla y agua mineral. La competencia de              internet amenaza con hacer reducir, en varios países, la cantidad de              ejemplares vendidos, pero observe las diferencias de un país a otro.              En Japón, por ejemplo, los diarios más importantes no tienen              prácticamente erosión alguna en sus tiradas, porque las costumbres              son diferentes. 
  "Creo, personalmente, que habrá cada vez más              distinción entre diarios con noticias inmediatas, que serían como              una especie de zapping televisivo pero en diario, y los que ayudan a              reflexionar en una sociedad en donde la gente los necesita cada vez              más. Creo que los diarios van a instalarse con sus diferencias, y              los diarios de referencia quedarán. 
  "Si Le Monde , en vez de              intentar vender 450.000 ejemplares como antes se conforma con              250.000, pero cuya influencia sería quizá más grande en el conjunto              del cuerpo social, no sería una catástrofe, y hasta quizá les              permitiría vender mejor sus espacios de publicidad, porque              conocerían bien su mercado; no son los ricos solamente los que              leerían el diario, sino más bien los ciudadanos comprometidos con la              reflexión".
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  * En el diario La Nación de Buenos              Aires, 17 de enero de 2007 (www.lanacion.com.ar). Jean-Noël Jeanneney ejerce desde 2002, la dirección de              la Biblioteca Nacional de Francia y es profesor en el Instituto de              Estudios Políticos desde 1977. Integró el Alto Consejo del              Audiovisual, de la Comisión Superior de Archivos y presidente de la              Misión del Bicentenario de la Revolución Francesa. Entre 1992 y 1998              ejerció como Secretario de Estado en el Comercio Exterior y de la              Comunicación entre 1992 y 1993.         |     | 
   
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