01 febrero, 2007

El auge del populismo en América Latina

El nuevo panorama político de América Latina evidencia una claro cambio de la élite política en la región. Tras más de catorce meses de contienda electoral, doce países latinoamericanos estrenan gobierno en 2007. El pasado jueves, 14 de diciembre, FRIDE (Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior) reunió a numerosos entendidos en la materia en una mesa redonda en la que se trató la relación entre el populismo y la democracia, se debatió sobre los conceptos de populismo y estado en América Latina y se ofreció una visión desde Europa sobre este fenómeno.

El populismo es un fenómeno complejo y ambiguo, que comprende movimientos, regímenes y partidos políticos muy dispares. Políticamente el populismo puede ser democrático o autoritario, de izquierda o de derecha. La laxitud y amplitud de este término dificultan el análisis de éste movimiento. No obstante, el estudio del populismo, así como el de otros hechos sociales, económicos y políticos como la desigualdad, la nacionalización económica o el anti-imperialismo, es crucial para comprender la realidad latinoamericana.

Algunos relacionan el populismo con un retroceso de la democracia, con una vocación autoritaria de sus líderes y con una política de carácter nacionalista. Otros entienden este fenómeno como una exigencia social legítima de los excluidos de la política y la economía estatal, con una gran capacidad de movilización y de integración.

El populismo latinoamericano incluye un amplio espectro de movimientos que presentan destacadas diferencias nacionales. Las políticas de mandatarios como Néstor Kirchner en Argentina y Lula da Silva en Brasil no coinciden con las del venezolano Hugo Chávez o el boliviano Evo Morales. Asimismo, el populismo de Alfredo Palacio en Ecuador de no sigue las mismas pautas que el fenómeno que se vive en Nicaragua o Uruguay. No obstante, independientemente de las diferencias suscitadas entre unos y otros, existen determinados rasgos comunes presentes en estos Estados populistas.

Su principal característica es el fuerte liderazgo de sus presidentes, pues es extremadamente complicado lograr la unidad de un pueblo sin un liderazgo sólido, generalmente carismático, que en ocasiones va en detrimento de la democracia representativa. También aparece en todas estas fórmulas populistas un destacado elemento anti-sistémico, un traslado de la política de las instituciones a las calles, un rechazo a todos los rudimentos tecnocráticos del Estado. Asimismo, es apreciable la vocación nacionalista de estos modelos populistas, que llevan a cabo una política económica que da un mayor protagonismo al Estado, que tiene como principal consecuencia una marcado movimiento anti-imperialista para justificar la unidad política nacional. Esta polarización no permite ni el diálogo ni la negociación. Por último, es destacable la inclinación fundacional de estas políticas populistas, basadas en la promesa de construir un sistema nuevo, más justo, pero posiblemente inestable, ya que se cimentaría sobre mayorías políticas ocasionales.

La vuelta al populismo muestra la crisis de la democracia representativa en las jóvenes democracias latinoamericanas. El retorno a una conducción política populista responde, a su vez, a un fracaso de la política estadounidense en la región andina que ha desembocado en un fuerte sentimiento anti-imperialista. La tendencia populista en América Latina, que tiene sus antecedentes más próximos en los años 50 y 60 del siglo pasado, destaca por la inclusión de los sectores más marginados en la sociedad, la economía, la política y la cultura. No obstante, esto choca estrepitosamente con el debilitamiento de las instituciones democráticas, con los elevados índices de corrupción y con la participación de los militares en la política, que son algunas de las manifestaciones negativas de este fenómeno.

Escrito por María Ballester. Añadido por Borja Monreal a 30 Dec 2006 LibrePensadores.com

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