El 70% de los trabajadores de la 'zona cero' sufre enfermedades respiratorias
Más de 40.000 personas participaron en las labores de rescate y desescombro de la zona cero, que se prolongaron hasta mayo de 2002. Y unos 200.000 vivían o trabajaban (y aún lo hacen) en un área que nunca fue descontaminada. Todos ellos inhalaron restos de mercurio, cristal, cemento, plomo, aluminio, magnesio, titanio y decenas de metales, convertidos en polvo al implosionar los edificios. Oficialmente el aire estaba en perfecto estado. Lo dijo alegremente una semana después del 11-S Christie Whitman, la entonces responsable de la Agencia federal de Protección Medioambiental (EPA). "El aire en la zona cero es seguro", afirmó, e invitó a residentes y trabajadores a regresar a sus hogares, oficinas y colegios. Mientras, quienes limpiaban el área se quitaron las mascarillas de protección. Y nadie les obligó, como sí se hizo en el Pentágono, a volvérselas a poner.
Hoy miles de ellos padecen enfermedades respiratorias, enfermedades de la piel, del estómago y nerviosas, y algunos, como el detective James Zadroga, han fallecido por envenenamiento pulmonar y cáncer. Su muerte, el pasado enero, fue la primera que relacionó, a través de un informe forense, el polvo del 11-S a un fallecimiento.
Pero de momento lo único que parece innegable es la conexión entre la nube tóxica y las enfermedades respiratorias. El primer informe sólido al respecto llegó esta semana a través del hospital Mount Sinai. De los 9.500 participantes en el estudio, el 70% sufre enfermedades respiratorias, muchas de ellas crónicas, lo que trasladado estadísticamente al total de los afectados, arroja un balance de decenas de miles. "No debería quedar ninguna duda respecto a los efectos sobre la salud del World Trade Center. Nuestros pacientes están enfermos y van a necesitar atención médica el resto de sus vidas", dijo esta semana Robin Herbert, codirectora del estudio.
Ahora se sabe que Whitman mintió, que los niveles de contaminación eran altos y que desde la Casa Blanca, a Rudolph Giuliani, presionaron a la EPA para que suavizara la realidad.
Pero todo se paga. Hay dos demandas en los tribunales: 8.000 trabajadores contra el ayuntamiento por exponerles a toxinas letales y vecinos y oficinistas contra la EPA por engañarles.
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