02 febrero, 2007

CUBA: La vida no es fácil

 Por Dalia Acosta

LA HABANA, feb (IPS) - Una rara sensación de normalidad parece dominar la vida cotidiana en Cuba, matizada por tensiones aisladas, dudas sobre el futuro y un silencio oficial y mediático sobre determinadas zonas de la realidad que, cuando afloran, se antojan totalmente ajenas a buena parte de la población..

"No es fácil", la frase popularizada durante los peores momentos de la crisis económica de la década del 90, ha vuelto con toda su variedad de significados y matices. Nada es fácil cuando se conversa sobre el presente, el futuro, las altas temperaturas, los problemas del transporte, los precios de los alimentos o la programación de la televisión.

Los "camellos", una variante de transporte urbano que llega a trasladar a más de 300 personas por viaje, siguen en franco proceso de extinción, los precios de los alimentos se mantienen altos y, pese a los aumentos salariales decretados en 2005, los ingresos por esa vía apenas alcanzan para las necesidades más elementales.

Obispo, la principal arteria de La Habana Vieja, amanece siempre repleta de personas que visitan las tiendas de venta en divisa, tengan o no dinero para comprar en ellas, o la recorren para ir de un extremo a otro del centro histórico. Nada parece alterar el caos protagonizado por miles de transeúntes cada día.

Un hombre vende dos cachorros dálmata, un anciano ofrece el periódico del día a un grupo de turistas, una enfermera realiza sus visitas de rutina a los ancianos del barrio, niños uniformados se aglomeran frente a la escuela, decenas de personas hacen fila para enviar un correo electrónico desde uno de los pocos sitios habilitados para ello en la capital cubana.

"Todo sigue igual", afirma el dueño de una galería privada de artes plásticas. Tras verse obligado a cerrar hace unos años por una resolución oficial, el galerista reabrió hace unos meses a la par de otros espacios similares que, a lo largo de toda la calle Obispo, proliferan con el permiso o la tolerancia de las autoridades locales.

"A veces pienso una cosa y otras veces me sorprendo pensando exactamente lo contrario. Aquí nadie sabe lo que puede pasar en un futuro", comenta a IPS.

Seis meses después de su última aparición en público, la prensa nacional sigue sin informar sobre la salud del presidente Fidel Castro, declarada "secreto de Estado" y, por lo general, tampoco reproduce las declaraciones aisladas de autoridades sobre ese asunto que preocupa a todos, sin importar su posición a favor o en contra del mandatario de 80 años.

En una "proclama al pueblo", Castro anunció el 31 de julio que, tras una operación abdominal, se veía obligado a traspasar de forma "provisional" sus funciones al frente del país a su hermano y ministro de Defensa, Raúl Castro. Asimismo, encargó el seguimiento de tareas prioritarias a un grupo de dirigentes de su máxima confianza.

Versiones de prensa procedentes del exterior aseguran que el presidente ha sido sometido a más de una operación en estos meses, que sufre de problemas de cicatrización y que él mismo habría escogido el método quirúrgico utilizado, que habría causado ese problema. Pero ninguno de estos detalles han sido confirmados oficialmente.

Tras su discreta actividad diplomática alrededor de la XVI Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, en septiembre, la aparición ante las cámaras de televisión el 28 de octubre y el mensaje de fin de año, Fidel Castro permaneció ausente hasta este martes 30 de enero, sin desmentir o aceptar las contradictorias versiones sobre su salud y posible retorno al poder.

El nuevo video, transmitido en el espacio de televisión Mesa Redonda, muestra imágenes de una visita realizada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a su amigo cubano, la tarde del día 29.

Castro se ve en esas imágenes de pie, conversando y, aunque no totalmente recuperado, con mucho mejor aspecto que en su última aparición ante las cámaras.

Según dice Chávez al final de la grabación, durante la conversación de dos horas sobre temas como el cambio climático y la crisis energética mundial encontró a su amigo de "buen humor", con "buen rostro" y la "claridad de siempre".

La última información había llegado a la isla también en boca del mandatario venezolano. Unos días antes, el 24 de este mes, leyó una carta de Castro y, como prueba de autenticidad, mostró la firma del remitente a las cámaras de televisión durante la ceremonia de firma de 16 nuevos acuerdos de cooperación entre ambos países.

"Estamos sumamente felices, Fidel, de las noticias que nos llegan de tu recuperación", dijo ese día y, con marcado optimismo, aseguró que "ya no está en su lecho de enfermo" y anda "casi trotando".

Por su parte, el vicecanciller cubano, Bruno Rodríguez, aseguró el día 26 en Guatemala que Castro "sigue al tanto de los acontecimientos fundamentales" del país, "le son consultadas las decisiones más importantes" y retornará "al ejercicio pleno de sus facultades (de gobierno) tan pronto como los médicos lo consideren pertinente".

Mientras la prensa escrita y la televisión de Cuba se abren a temas como la ineficiencia económica o la discriminación a la comunidad homosexual, no se hacen eco de las noticias sobre Castro ni de un intenso debate sobre la política cultural del país protagonizado por representantes de la intelectualidad.

"¿Y eso dónde fue? No entiendo nada", reaccionó un ingeniero de 37 años ante una declaración de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) que, publicada por el diario oficial Granma el día 18, dejaba clara la posición de la organización en la polémica cuyos detalles nunca transcendieron a la prensa nacional.

"Es como si ellos vivieran en una isla y nosotros en otra", comentó a IPS el ingeniero que, al mismo tiempo, reivindicó su derecho a estar informado, "aunque no sea un intelectual y parezca que no es conmigo".

El intercambio, que siguió su curso tras el pronunciamiento oficial de la Uneac, ahonda en las consecuencias de una política cultural errónea que, a fines de los años 60 y durante buena parte de la década del 70, provocó la censura de obras, la clausura de colectivos artísticos y la marginación de relevantes escritores.

Pero más allá del debate, quizás el más importante registrado desde el anuncio del retiro temporal de Castro, las renovadas tensiones con Estados Unidos y el nuevo empuje a la alianza con Venezuela, la "isla real" parece ser la de tanta gente que, noche tras noche, se sienta en sus casas a ver la telenovela brasileña o cubana de turno.

"La vida sigue, no se puede esperar eternamente", dijo una empleada estatal que, a fines del pasado año, recibió la noticia de que se le otorgaba una licencia para rentar una habitación de su casa a turistas extranjeros, un permiso que había pedido "hace no se sabe cuánto tiempo".

"Yo pensaba que eso ya era cosa del pasado, que el gobierno no le iba a dar más licencia a nadie y de pronto me sorprendieron", reconoció esta mujer de 44 años, vecina del centro histórico de la capital cubana, que a partir de ahora podrá contribuir a la economía familiar con sus ganancias por esa actividad independiente.

La paralización de la entrega de licencias para el ejercicio del trabajo por cuenta propia en determinadas modalidades, que se ha observado desde comienzos de esta década, no fue anunciada oficialmente en su momento, como tampoco ahora se ha hablado de una posible reactivación.

Si se tratara de una tendencia y no de casos aislados, algo muy difícil de confirmar oficialmente en el escenario actual, la medida podría ser una muestra del pragmatismo, sobre todo en materia económica, que no pocos observadores atribuyen al actual presidente en funciones.

En esa misma línea, estarían los intentos para afrontar la severa crisis del transporte urbano, especialmente en La Habana, con más de 2,2 millones de habitantes. "Si el gobierno resuelve el problema del transporte, elimina un foco de tensiones permanente", dijo a IPS la ejecutiva de una empresa mixta, que solicitó reserva sobre su identidad.

Especialistas estiman que "las aguas podrían mantener su nivel" en esta isla caribeña si el gobierno, bajo la conducción de Raúl Castro, logra aumentar la eficiencia económica, frenar la inflación, renovar el transporte urbano, flexibilizar algunas regulaciones económicas y mantener o ampliar los espacios para la iniciativa privada.

Otros apuntan a que las transformaciones se imponen también en la esfera política, en el área de la garantía de determinados derechos individuales como la libertad de expresión y de asociación y la apertura de mayores espacios para el accionar de los más diversos actores de la sociedad civil cubana.

Mientras analistas extranjeros aseguran que el "traspaso de poder" ya se produjo en Cuba, no pocas personas en la isla se concentran en sobrevivir, sin dejar a un lado la incertidumbre por "lo que vendrá". No faltan los que quisieran cambios, tanto económicos como políticos, pero sin renunciar a los avances de las últimas décadas.

"Esa es la gran contradicción de los cubanos. Yo misma quisiera estar mejor, tener una casa con mi familia y no vivir con mis suegros, tener la opción de dejar mi empleo y abrir un negocio, pero no quiero renunciar a determinados derechos como la educación, la licencia de maternidad, el acceso al aborto. No es fácil", dijo la empleada pública. (FIN/2007)

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